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miércoles, 19 de febrero de 2014

Tecún Umán, Lucha y Tránsito Glorioso



TECÚN UMÁN, LUCHA Y TRANSITO GLORIOSO

También concurren la afirmación española y la afirmación indígena a dar testimonio de la heroica lucha de Tecún Umán y su glorioso holocausto en defensa de la tierra; allí en los llanos de Olintepeque, donde la leyenda tiñó de sangre el río. Xequijel es el nombre, cruento recuerdo del oleaje que puso un manto de púrpura sobre los hombros de los guerreros quichés; no tenían la estrategia, ni las armas del conquistador, pero sí el mismo corazón esforzado y técnicas astutas, la experiencia de rivalidades orgullosas y guerras tribales, cuando se tiraron los huesos de sus parientes frente a las grandes casas, cuando bebieron la chicha embriagante en los cráneos de sus enemigos; acaso la división fue el arma negativa que decidió su vencimiento; pero fueron valerosos y grandes en la lucha, como fueron ingeniosos bajo el sol de la paz.

Su gran capitán, cuando aun no se escribía nuestra historia, quiso evitar mayor efusión de sangre; de ahí su reto, de ahí su combate singular con el caudillo de los españoles; su valeroso ánimo y su patriótica entrega darían luego pábulo a la imaginación para levantarlo en las alas de la leyenda; por algo fuera el quetzal su doble en la naturaleza, su alter ego totémico, su nahual, como dicen aún los quichés. Jamás vieron los españoles un jefe adornado con tal profusión de plumas, y tempranamente surgió la leyenda de que la escarapela roja que lleva el quetzal en el pecho, es el recuerdo de haber caído el ave maravillosa sobre el pecho sangrante de Tecún Umán; ahora lleva el quetzal en su pecho la mortal herida, o mejor dicho, la herida que lo hace inmortal.

El Titulo de los Señores de Otzoyá refiere, en forma un poco mística ya, la lucha entre Tecún Umán y Tonatiuh, quien se adelantó para probarse en singular combate con un hermoso capitán indio, que estaba todo adornado de plumas de quetzal. Tecún Umán usaba una lanza, no corriente, sino mágica, de espejuelos... levantó el vuelo, convertido en una águila o quetzal, y con su lanza logró matar al caballo de Pedro de Alvarado; mas viendo que su enemigo permanecía en pié, volvió sobre él con renovado brío... pero fue muerto, traspasado por la lanza del conquistador. De una lanzada en el pecho cayó muerto nuestro héroe, e inmediatamente, -según relata Fuentes y Guzmán- hubo tal furia entre las huestes indígenas y dieron tal batalla para vengarlo, que "asombraron al sol con vara, flecha y piedras, por grande rato de reñidísimo combate". El propio Alvarado rindió tributo de admiración al gran capitán de los quichés.

...Y luego el capitán Tecún alzó el vuelo, pues venia hecho águila...

He aquí las palabras textuales de la leyenda indígena: "...Y luego el capitán Tecún alzó el vuelo, pues venia hecho águila, lleno de plumas, que venía desde su pueblo así, y traía alas y plumas por todo su cuerpo, también traía tres coronas en una: la una era de oro, la otra de plata y la otra d perlas, de diamantes y esmeraldas. El cual capitán venia de intento a matar al Tonatiuh don Pedro, que venia a caballo y le quito la cabeza con su lanza. No era lanza de hierro si no de espejuelos (y todo esto que hacía era por magia) y como vio el capitán Tecún que no había muerto el Adelantado, sino su caballo, alzó vuelo por segunda vez para arriba, para desde allí venir con la mayor fuerza a matarlo, a donde el Adelantado lo aguardó con su lanza y lo atravesó de medio a medio y mató al capitán Tecún, adonde acudieron dos perros. No tenían pelos, sino que eran pelones, le echaron garra estos perros a este indio para hacerlo pedazos y como vio el Adelantado esto, que era muy galán este capitán indio, y como traía tres coronas de oro, plata, diamantes, esmeraldas y perlas, llegó a quitárselo y defenderlo de los perros, y lo estuvo mirando muy despacio, y estaba lleno de plumas del quetzal muy lucidas, por eso le quedó el nombre a este pueblo Quetzaltenango, porque aquí en este sitio sucedió la muerte de este capitán Tecún..."

En otros manuscritos se relata la muerte de Tecún Umán con idéntica mención a sus poderes mágicos y de su nahual; así en el de Francisco García Calel Tzumpam, se dice que voló convertido en águila o en quetzal, "como acostumbraba hacerlo"; y Fuentes y Guzmán concluye: "parece que el nombre de este príncipe era Tecún-Umán, y los apellidos Tanub y Zaquechul". La Isagoge Histórico Apologética -manuscrito anónimo de un dominico del siglo XVIII- registra el siguiente texto: "Dicen que el rey del Quiché Tecún Umán, era grande brujo y que volaba por sobre todos los ejércitos en forma de un pájaro que llaman Quetzal", expresión que aun pudiendo llevaría implícita la duda de que el cacique indígena pudiera transformarse en ave, es trasunto del nahualismo de los mayas-quichés, por muchos observado y comprobado por las más serias investigaciones etnológicas. Otra fuente es la Décima tercia relación de la venida de los españoles y principio de la ley evangélica, por don Fernando Alva Ixtlilxochitl, quien relata la salida de Alvarado para sujetar a los de Quahtemalan, Otatlán, Chiapan, Xoconusco y otras provincias, y cómo "fueron sobre Quetzaltenango"; en cuenta dice: "...Tuvieron una guerra muy reñida; mas luego los vencieron y fueron tras ellos, y en el alcance mataron infinitos de los que huían, y prendieron al general, que era uno de los cuatro señores que había en aquellos tiempos en Otatlán. También murieron muchos de los nuestros y algunos españoles".

Historia y leyenda se entrelazan después, para suponer un dialogo entre los dos campeones, previo al singular combate que libraron. Se refiere que el Adelantado inquirió del jefe indio "si quería darse por paz y por bien", y que Tecún Umán respondió altanero, negativamente; "más bien quería poner a prueba el valor de los españoles"; frase recogida por varios historiadores con un regusto prestado al romancero español, rimando por una parte la gallardía de los jefes hispano e indígena, y por la trilogía dramática de reto, combate y muerte, con las tres coronas del héroe Tecún Umán.

También en otra forma, simbólica y legendaria, recogió y mantuvo la tradición oral el recuerdo del combate entre Tecún Umán y Pedro de Alvarado: el etnólogo Franz Termer, refiere como producto de su investigación en 1925, que "por Olintepeque, en cuya vecindad se hacen sacrificios, un bloque de andesita que llama la atención, es denominado el tambor de Tecún Umán , recordando el combate de este jefe de los quichés contra don Pedro de Alvarado en esa planicie de Quetzaltenago. Los indígenas creen que la espada de Alvarado esta enterrada allí". Una alusión gemela distingue a una roca cercana a Totonicapán, a la cual -según Termer- se da el nombre de Kojon-navaj -roca del tambor- y en la que -dicen los indígenas- se halla escondido el tambor del ejército español; simbología impresionante, por la importancia que dan al tambor nuestros indígenas, y que no solo encierra una coincidencia mental sino concurre a la evidencia del recuerdo tradicional de la lucha entre ambos caudillos.

En fin, hasta hace algunas décadas, había memoria del sitio en el que los indígenas creían que había caído muerto Tecún Umán, y arrojaban allí, al pasar una rama fresca de algún árbol, como ofrenda, hasta que, secas y amontonadas, eran removidas por alguien para dejar limpio el sitio y libre para seguir recibiendo tan sencillo y conmovedor homenaje.

David Vela
Temas Cívicos
Editorial José de Pineda Ibarra
Ministerio de Educación Pública
1962

domingo, 22 de septiembre de 2013

Gabino Gaínza (Presidentes de Guatemala)


Gabino Gaínza

GABINO GAÍNZA
(Presidentes de Guatemala)

La ambición suele llevar a los hombres a ejecutar los menesteres más viles: por eso para trepar se adopta la misma postura que para arrastrarse.
-SWIFT

Título: Capitán General de las Provincias Unidas del Centro de América.
Período: Del 15 de septiembre de 1821, al 23 de junio de 1822.  
Duración en el Cargo: 9 meses 8 días.

Procedencia

Gabino Gaínza era de origen español, nació en Vizcaya, (País Vasco) el 20 de Octubre del año 1768.

Como persona poco notable, su niñez y su juventud permanecen ignoradas.

Cargos fuera de Guatemala

Los datos que de él se tienen son pocos y sin mayores talles.

Sirvió militarmente en la guarnición de la Plaza de Orán, África.

Desempeño el cargo de asistente del Bloque de Gibraltar. Se le mandó a reforzar la Plaza de la Mobila que, en aquella época era colonia inglesa.

Durante cuatro años desempeño el cargo de secretario en la Inspección Militar de Perú.

Estuvo más o menos 8 años como agregado al Regimiento Real de Lima.

Después sirvió la Comandancia Militar del Partido de Chocay.

Estuvo encargado de la defensa de Trujillo, cuando España entro de nuevo en guerra con Gran Bretaña.

En el año 1796, se le denunció ante la Inquisición de Lima Perú, por profesar ideas avanzadas sobre moral y poseer libros de los enciclopedistas franceses, por lo que se vio en difícil situación, pero cambió de parecer y se reconcilió con la Santa Inquisición.

Estando en Perú combatió como subalterno a los independentistas en el Alto Perú, hoy Bolivia.

Esta acción le valió el ascenso a brigadier, y después el virrey de Perú, Fernando de Abascal, le confirió en 1814, el mando en jefe del Ejército Real de Chile, en donde tuvo un fracaso lamentable contra los patriotas chilenos, que luchaban por obtener su independencia.

Derrotado en El Membrillar firmó un humillante tratado con los insurgentes, llamado Tratado de Lircay, en donde reconocía la independencia y se comprometía a evacuar el territorio. Además, a su ejército lo llamó nacional y no real como correspondía.

Se dice que se atrevió a proponer al jefe de los independentistas de Chile, Bernardo de O´Higgins, que dividiesen aquel territorio para repartirse sus respectivos mandos.

Prisionero

El virrey de Perú, Fernando de Abascal, indignado, mandó a detenerlo por haber firmado el Tratado de Licay y lo sometió a un consejo de guerra. Estuvo preso en Valparaíso durante dos años por traición y cobardía.

Servicios en Guatemala

En el año 1820, fue enviado a la Capitanía General de Guatemala en calidad de subinspector general del ejército de la Colonia en Guatemala. En ese entonces el capitán general era Carlos Urrutia y Montoya.

Simeón Cañas, conociendo la volubilidad de su carácter que era apropiado a los intereses de los independentistas de Centro América, el 13 de julio de 1820 obligó al capitán general Urrutia y Montoya a que delegara el cargo en el brigadier Gaínza.

Capitanía General

En marzo de 1821, Urrutia y Montoya depositó el mando de la Capitanía General en manos de él, hombre voluble y sin opinión, persona que necesitaban los patriotas que luchaban en pro de la libertad de Centro América.

Plan de Iguala
Pocos días después de haber asumido el cargo, siendo el 9 de marzo del mismo año, le llegó la noticia de la proclama por Iturbide del Plan de Iguala.(1) Conducta que censuró acremente tildando a Iturbide como hombre infiel, ingrato y ladrón, por haber robado medio millón de pesos.

Días anteriores al 15 de septiembre de 1821, estaba inseguro e indeciso por el movimiento de independencia que se operaba.

Esta situación de Ganinza fue aprovechada por un grupo de influyentes que lo lisonjearon, ofreciéndole la permanencia en el poder como primer ministro de la Nación, Halagado con dicha propuesta, cuando llegó la horade las decisiones, no se opuso y cedió el camino.

Así fue como se convocó a una asamblea para el 15 de septiembre de 1821, fecha en que se levantó el Acta de Independencia.

Ya en la Asamblea, Gaínza pidió que el juramento a la Independencia de Centro América se arreglara al Plan de Iguala y a los Tratados de Córdoba para ligarnos a México, pero la mayoría de asistentes gritó que querían la independencia absoluta. Viendo que no podía salirse con su deseo trató de retirarse del salón en donde se realizaba la Asamblea, pero un ciudadano del pueblo llamado José Rodilla, lo tomó del brazo amenazadoramente y lo conminó a que no saliera del salón y que jurara, porque caería allí mismo, al golpe del puñal de los patriotas.

Cuando repicaron las campanas y se escucharon los estruendos de las cámaras, quemadas por don Basilio Porras y dirigidos por doña Dolores Bedoya, tembló el salón del Palacio y temblaron espantados los españoles.

Fue nombrado capitán general de las cinco provincias, con un sueldo de diez mil pesos.

Acordó que la moneda de la nueva República llevara la leyenda siguiente: "15 de Septiembre de 1821, General Gaínza".

El 28 de noviembre de 1821, comunicó a Iturbide que Guatemala se uniría a México bajo el Plan de Iguala, porque esta nación era impotente para gobernarse por sí sola. Iturbide a estas alturas, era para Gaínza un ídolo y un héroe libertador.

El 30 de noviembre de 1821 hubo una manifestación integrada por patriotas a inmediaciones de la iglesia de San José, gritando: ¡Viva Guatemala libre! en oposición  a la anexión a México; pero un pelotón de soldados a mando de Mariano Larrave (uno de los alcaldes) y el otro alcalde  que no acompañaba que era el licenciado Antonio Robles, descargaron sus fusiles sobre ellos, habiendo asesinado a varios ciudadanos, entre los que se mencionan a Mariano Bedoya y a Ramiro Mida. Primera sangre derramada después del 15 de septiembre de 1821, siempre por la lucha de la independencia absoluta.

Al día siguiente del asesinato de los patriotas, don Mariano de Aycinena simuló un tumulto popular en el barrio de San Sebastián, para llegar con este pretexto a la Plaza de Armas a pedirle al capitán general la expulsión de 18 personas, las más notables que resistían la anexión a México. Cosa que no se atrevió a realizar Gaínza.

En el mes de febrero de 1822 se acordó la incorporación de Guatemala al territorio de México.

Como El Salvador no aceptó la anexión a México, Iturbide mandó al general Filísola a Guatemala con 600 hombres para someter a los salvadoreños. Además para que se hiciera cargo del mando político y militar de las cinco provincias.

Gaínza, obediente, entregó el mando al general Filísola y se dirigió a México, para estar presente a la hora de la coronación de Iturbide, de quien quedó como simple ayudante sumiso.

Rasgos Personales

Era de carácter voluble. Se acomodaba a las circunstancias. Trataba de guiarse por sus intereses. Se amoldaba a sus conveniencias personales. Era un hombre versátil y tornadizo. Indeciso en los campos de batalla. Hombre sin opinión. Inseguro en las decisiones. Traidor a su patria. Desleal a Guatemala.

Huida

El 2 de diciembre de 1823 fue destituido Iturbide del Imperio Mexicano, por lo que Gaínza tuvo que huir, desapareciendo sin dejar rastro alguno.

Años más tarde se supo que murió en México hundido en la mayor miseria.

Ernesto Bienvenido Jiménez
Ellos, Los Presidentes
Editorial "José de Pineda Ibarra"
Ministerio de Educación Pública
1981

1. El Plan de Iguala (1821), también conocido como el Plan de las Tres Garantías (Plan Trigarante) fue proclamada el 24 de febrero de 1821, en ​​la etapa final de la Guerra de la Independencia de México. El plan fue un intento para establecer una base constitucional para un Imperio mexicano independiente. El Plan de Iguala se proclamó de la ciudad de Iguala, en el estado actual de Guerrero.

El Plan de Iguala trataba aspectos referentes a la Religión, Independencia y Unión de México, por eso es llamado también "Plan de las Tres Garantias". El Plan de Iguala tenía tres objetivos principales:

-Definición del catolicismo como la religión nacional de México.
-Una declaración de la independencia de México del Imperio Español.
-Igualdad social de todos los grupos étnicos y sociales en el nuevo país.

El Plan de Iguala declaraba que México debería convertirse en una monarquía constitucional, teniendo como modelo a las monarquías europeas de la época, cuya corona sería entregado a Fernando VII de España, en primer lugar, o a cualquier príncipe europeo. Para gobernar al nuevo país hasta la llegada de un príncipe que ocupase el trono del Imperio Mexicano, el plan proponía la creación de una Junta de Gobierno, y posteriormente de una regencia que se encargue de gobernar el país hasta la elección de un nuevo emperador.

El Plan de Iguala aseguraba también la igualdad de todos los habitantes de México, concediendo igualdad de derechos y justicia en todos los aspectos de su vidas.

Las dos principales figuras detrás del Plan de Iguala fueron Agustín de Iturbide (quien se convertiría en el primer emperador de México) y Vicente Guerrero, líder insurgente y más tarde presidente de la República de México. Fue formado el Ejército de las Tres Garantías, como garante de los ideales establecidos en el plan de Iguala, se origino en la fusión de las fuerzas militares lideradas por estos dos hombres. El 24 de agosto de 1821, Agustín Iturbide y el virrey español Juan O'Donojú firmaron el Tratado de Córdoba, ratificando el Plan de Iguala, confirmando así la independencia de México.

Fuente:

sábado, 21 de septiembre de 2013

Don José Francisco Barrundia (Prócer de la Independencia)

José Francisco Barrundia
JOSÉ FRANCISCO BARRUNDIA
(Prócer de la Independencia)

Nació el 12 de mayo de 1787 en la ciudad de Guatemala. Hijo de don Martín Barrundia y de doña María Teresa Zepeda y Coronado.

Estudió en el colegio Tridentino; se graduó de bachiller en 1803 y años más tarde ingresó al batallón Fijo como alférez del escuadrón de Dragones. Después fue electo regidor del Ayuntamiento, y en ese cargo edilicio se hallaba cuando se registro la conjuración de Belén en el año de 1813. Siendo él uno de los conjurados tuvo que ocultarse al ser denunciada la conspiración porque otros ya habían sido encarcelados. Sin embargo, fue juzgado en ausencia y sentenciado a la pena de garrote. Estuvo oculto durante cinco años. Ya libre, por indulto, trabajo intensamente por la Independencia. Colaboró en los periódicos El Editor Constitucional y El Genio de la Libertad. En la noche del 14 de septiembre de 1821 recorrió varios barrios de la ciudad, invitando al vecindario para que asistiera a la sesión en el palacio el día siguiente. Después, fue de los pocos próceres que combatieron la unión a México, y sin duda el que más lucho con gran entereza en el congreso para que salieran del país las fuerzas mexicanas "de protección" que mandaba el brigadier Filísola.

Sirvió a Guatemala en diferentes e importantes cargos públicos. 

Murió en la ciudad de Nueva York, el 4 de agosto de 1854.


LA REGIA FIGURA DEL PRÓCER DON JOSÉ
FRANCISCO BARRUNDIA 

Entre los próceres de la independencia de Centro América vemos en don José Francisco Barrundia, el varón de recia personalidad que sabe imponer su opinión en los círculos que frecuenta, y también, como funcionario, sabe hacer que lo comprendan cuando frunce el ceño en demostración de inconformidad por aquello que no se ajusta a sus disciplinas de hombre austero, pero justo.

La vida de este prócer a sido descrita de diferentes maneras en libros, folletos, artículos publicados en periódicos y revistas, y seguramente con mayor apasionamiento en los discursos de ocasión en los que han sido abundantes las frases laudatorias o los términos recriminatorios conforme el criterio -liberal o conservador- del individuo cumplidor de una encomienda o consigna en el estrado o la tribuna. Sin embargo, en estos tiempos ya alejados de aquellos en que la pasión partidista dominaba, imponiéndose y alterando la verdad sobre las actuaciones de los hombres de la Independencia, se coloca en el sitio que merece a don José Francisco Barrundia.

Don José Francisco nació en la ciudad de Guatemala el 12 de mayo de 1787. Fueron sus padres don Martín Barrundia y doña María Teresa Zepeda y Coronado, La fe de su bautismo está registrada en los libros de la parroquia de El Sagrario, y expresa:

"En el año del Señor de mil setecientos ochenta y siete en diez y seis días de mayo el señor Dr. Dn. Juan de Dios Juárros maestrescuela de esa santa iglesia hizo los exorcismos, puso el Santo Oleo y Chrismas y Bautizó solemnemente a un infante que nació el día doce del corriente mes  a quien puse por nombre José Francisco María Pedro Regalado Juan Nepomuceno del Santisimo Sacramento, hijo legitimo de Dn. Martín Barrundia y de doña Teresa Zepeda; fue su padrino Dn. Ignacio de Zepeda su Abuelo y por que conste lo firmó dicho señor con el cura semanero. Juan de Dios Juárros. Mariano Izaguirre".

Sus estudios de bachillerato los hizo Barrundia en el Colegio Tridentino hasta el año 1802; y el 19 de febrero de 1803, se examinó y se graduó de bachiller, en un acto presidido por el rector de la Universidad de San Carlos, doctor José Simeón Cañas. Tiempo después fue nombrado alférez del escuadrón dragones milicianos de la metrópoli, y se ha escrito que como tal se servía en el batallón Fijo en el año de 1813, cuando se registró la frustrada conspiración de Belén. Fue uno de los elementos mencionados en las juntas del convento betlemita y en la casa de otro conjurado, don Cayetano Bedoya. Al registrarse el fracaso de la conspiración, Barrundia logró ocultarse y evadir la persecución de las autoridades durante el prolongado período de cinco años. Estaba sentenciado a morir por la pena de garrote. No obstante, en esa época para él azarosa, se instruyó en el conocimiento de los idiomas francés e inglés, los que hablaba correctamente. Por el indulto del 2 de mayo de 1818, recobró la libertad.

Fue un varón de carácter violento. Amaba la libertad y la justicia en tal forma, que cuando se trataba de defenderlas no reparaba en los riesgos de su actitud. Como escritor  y tribuno se distingió en su época, considerándosele como el más fogoso. Se apreciaba en él al cuidado de recio carácter, aunque su trato era afable y cordial. Carecía de ambiciones personales, no era partidario de los grandes honores.

En unión del doctor canónigo José María de Castilla, del doctor Pedro Molina y los señores Juan Montúfar, Marcial Zebadúa y José Beteta, fue miembro de la Tertulia Patriótica de la cual era jefe el doctor Castilla. Como afiliado al partido Caco, fue uno de los elementos que en la noche lluviosa del 14 de septiembre de 1821, llamarón en muchas puertas haciendo la excitativa de asistir a la junta del día siguiente en el palacio y dar vivas a la independencia. Los otros varones que esa misma noche se empeñaron en tan importante actividad, fueron el doctor Pedro Molina y don Mariano de Aycinena.

Su intensa labor patriótica quedó impresa en los periódicos en que colaboró: El Editor Constitucional, La Oposición, El Genio de la Libertad, El Amigo del Pueblo y otras publicaciones. En conceptos que expresan su satisfacción, dice Barrundia en el primer numero de El Editor Constitucional, de fecha 24 de julio de 1820, lo que correspondía expresar a un varón que anhelaba que fuese restituida la libertad de imprenta:

"Después de un espantoso silencio de seis años en que yacía la nación encadenada, vuelven por último a resonar en ambos hemisferios las voces de la libertad y de la patria. Millares de aclamaciones al valor ciudadano se reúnen al son sublime que abate la tiranía. El lenguaje nacional se eleva, designa la marcha de la libertad y del gobierno, traza los caracteres de la servidumbre, pone a toda luz los derechos de la humanidad, pinta al hombre público, al faccioso, al opresor, al siervo y al esclavo..."

Y en el número 3 de dicho periódico, de fecha 2 de agosto de aquel año, se refiere al mismo tema de la libertad, como sigue:

"...Veis aquí la época de los liberales que en muchos hombres sacrificados a la patria se asimilan con el público y se olvidan de sí mismos, la libertad este germen celestial de gloria, de virtudes y de prosperidad es lo que agita sus almas con fuerza extraordinaria... La libertad es la que les sirve de norma; todo lo que se arregla por ello, todo lo que la muestra y la reproduce con más intensidad, tiene sanción más augusta y da la satisfacción más llena al hombre liberal. Ella es la antorcha que los guía por entre los repligues del corazón y por entre las tinieblas de las instituciones antiguas para buscar las materias que le son análogas y establecerlas sólidamente en su país...".

La sinceridad de Barrundia como antianexionista quedó demostrada en los términos de la polémica que sostuviera con el brigadier Vicente Felísola, jefe de las tropas mexicanas de ocupación, en los días finales de la permanencia de esas tropas en la ciudad de Guatemala. Y asimismo, porque anteriormente, y en unión de los próceres doctor Pedro Molina y licenciado José Francisco de Córdova, se distinguió como defensor de la independencia absoluta en sus gestiones ante la Junta Provisional Consultiva.

Curiosa y con descripciones importantes aparece para el investigador la anotación que se halla al margen de la partida de bautismo de Barrundia. Se trata de un resumen bastante acertado aunque no completo, sobre la vida y actividades del prócer, sin que se sepa quién fue el autor de esa anotación, aunque se supone debió ser algún clérigo que manejó el libro de bautismos parroquiales, Dice sobre Barrundia:

"Político, escritor revolucionario, orador fogoso y vehemente; comenzó la carrera de las armas entrando al Batallón Fijo, con promoción a oficial, al servicio del gobierno español; conspiró contra éste en las Juntas de Belén (1813) y se sustrajo al castigo ocultándose por largo tiempo; acogido a un indulto se pronunció vigorosamente por la independencia el 15 de septiembre de 1821; diputado al Congreso se distinguió en el partido liberal avanzado; miembro del poder Ejecutivo, Senador; opositor hasta 1829 en que ejerció interinamente la presidencia; rehusó la jefatura del Estado de Guatemala; federalista desde el principio; hizo a Gálvez violenta oposición y apoyado en las fuerzas de Rafael Carrera derrocó al Gobierno en 1838; emigrado algún tiempo al servicio de los otros Estados, volvió a Guatemala y trabajó contra Carrera, Barrundia abandonó el país, estuvo representando a los Estados en Washington. Murió en EE. UU. en 1854".

De los sueldos que devenga como presidente interino de la Federación -junio de 1829 a septiembre de 1830- y como diputado, donó siete mil pesos para el ramo de Educación Pública. En el año de 1813 era miembro del ayuntamiento de la capital. En las actas capitulares aparecen constancias de sus diversas e interesantes iniciativas en pro del desenvolvimiento de los negocios municipales. Dejó de servir como regidor cuando se iniciaron las persecuciones contra los conjurados de Belén, en el mes de diciembre  de 1813, aunque Barrundia todavía asistió al Ayuntamiento el 12 de enero de 1814; se habían demorado las ordenes de captura en su contra porque las autoridades tenían especial interés en detener, sin excepción, a todos los religiosos que se habían congregado en el convento de Belén para concertar con elementos civiles y militares un movimiento revolucionario. Así, en la noche del 21 de diciembre de 1813,

"... se presentó sorpresivamente en Belén el capitán Antonio del Villar, con buen número de soldados y asistido por el presbítero Cristiano Tejeda, comisionado por la autoridad eclesiástica, y por un secretario; apresó al superior del convento, al doctor Ruiz, a fray Manuel de San José y a los paisanos José Ruiz y Manuel Aiz. Esa noche y al día siguiente fueron detenidos los Bedoyas, Dardón, Díaz, Yúdice y otros promotores denunciados, provocando Bustamante deliberadamente la alarma del vecindario, con ostentoso aparato que tenía por objeto intimidar a los patriotas, sabedor de que eran muchos más los complicados e incontables los vecinos que albergaban ideas autónomas e intenciones sediciosas".

Barrundia no se ocultó de inmediato, sin duda porque creía que no seria denunciado. Y aparentando mucha tranquilidad, sin infundir sospechas, atendía sus ocupaciones habituales, hasta el 12 de enero en que vio llegar el momento de peligro, y desapareció, sin que hubiese quién informara de su paradero.

Lo que siguió contra el hombre perseguido, ya se sabe. Barrundia no salió de la ciudad. Estuvo oculto en diversas casas, de amigos suyos o de sus familias. Varios hogares supieron de la intranquilidad, de los temores derivados de la protección al amigo perseguido por la justicia, sentenciado a la pena de muerte por garrote, pena dictada por el auditor de guerra Antonio del Villar, sin haberse oído al reo, con la sola base de lo expuesto en las denuncias hechas al presidente del Reino.

Ya en la hora de la libertad, cuando le favoreció el indulto, Barrundia, en todos los cargos que sirvió supo destacar su personalidad, su gran amor a la patria, su desinterés, su clara visión de cuanto le rodeaba.

Falleció en la ciudad de Nueva York el 4 de agosto de 1854. A sus restos repatriados se les dio sepultura en la iglesia de Santa Teresa. Y en el año de 1913 se trasladaron al cementerio general, depositándoseles en el sitio donde fue erigido un monumento a su memoria.

Tumba de José Francisco Barrundia
Arturo Valés Oliva
Breves apuntes sobre la Independencia
Editorial "José de Pineda Ibarra"
Ministerio de Educación Pública
1969

jueves, 12 de septiembre de 2013

Doctor Pedro Molina (Prócer de la Independencia)

Doctor Pedro Molina Mazariegos


DOCTOR PEDRO MOLINA MAZARIEGOS
(Prócer de la Independencia)

Nació en la ciudad de Guatemala el 29 de abril de 1777. Todos sus estudios, hasta recibirse de Médico Cirujano, los hizo en la capital del Reino. Luego que fue investido como profesional se marchó a Granada, Nicaragua, donde sirvió durante varios años como cirujano del Batallón de Línea.

Ya en Guatemala, fue de los varones que más se distinguieron en sus actividades en pro de la Independencia. Fue el fundador de la prensa independiente en Guatemala al editar el periódico llamado El Editor Constitucional, cuyo primer número salió de las prensas de don Ignacio Beteta, el 24 de julio de 1820. Este periódico fue cátedra de civismo y defensor de los derechos del pueblo.

Con su actividad patriótica contribuyó a que el 15 de septiembre de 1821 se proclamara la Independencia. Posteriormente, en unión de los próceres Córdova y Barrundia, fue de los que en Guatemala sostuvieron la independencia absoluta; al confirmarse esta en 1823, fue diputado a la Asamblea Constituyente; por sus grandes méritos fue electo jefe del Estado de Guatemala en 1823 y 1831. También sirvió varios cargos diplomáticos.

A la edad de 77 años falleció en la capital el 21 de septiembre de 1854.

ACTIVIDADES DEL DOCTOR PEDRO MOLINA EN PRO
DE LA LIBERTAD DE GUATEMALA

Uno de los próceres de la independencia que más lucharon por la libertad del suelo en que naciera, fue el doctor don Pedro Molina. Con razón se ha escrito de él que fue "el más infatigable de los luchadores por la emancipación de España y la grandeza de Guatemala". Y en efecto, así fue el ilustre varón cuyo pensamiento estuvo siempre presto a servir a la patria, sin detenerse en considerar los sacrificios que podrían derivarse de su actuación, por velar constantemente en favor de los intereses del pueblo, y también por sus afanes de proselitismo en las ideas de emancipación. El doctor Molina nació en la ciudad de Guatemala, el 29 de abril de 1777.

En estas lineas trataremos de describir algunas de las principales actuaciones del prócer, en las épocas en que más se luchaba en el medio guatemalteco, primero, por alcanzar la independencia, y después, por la libertad absoluta; que las provincias del antiguo Reino de Guatemala no dependiesen de ninguna nación, que su soberanía fuera plena, y que la libertad proclamada en el acta del 15 de septiembre de 1821, mantuviera enteramente su vigencia.

En los años 1820-21 se publicaron en Guatemala el periódico llamado El Editor Constitucional, bajo la dirección del doctor Molina. Dicho periódico, editado en la imprenta de don Ignacio Beteta, era considerado como el vocero de la Tertulia Patriótica, entidad cívica que presidia el  doctor canónigo José María de Castilla. Con la publicación de este periódico se inició en Guatemala la era de la prensa independiente. En sus artículos instructivos señalaba a sus lectores la ruta a seguir en los momentos en que se propagaban las ideas independientes y los ciudadanos reclamaban su derecho a ser libres. El Editor Constitucional empezó a publicarse el 24 de julio de 1820, poco después de haber sido restituida en todo el Reino la libertad de imprenta que concedía la Constitución dada en años anteriores por las Cortes, conforme el decreto del rey Fernando VII, de fecha 11 de marzo de 1820, en el que manda que para tal fin se establezcan "inmediatamente en todas las provincias de la Península y de Ultramar las juntas de censura que existían en el año 1814, con los individuos que entonces las componían, hasta que las Cortes, a quienes exclusivamente pertenece, las confirmen, o procedan a nuevos nombramientos...". Fernando VII se había visto obligado a jurar la constitución dada por las Cortes, esa misma Constitución que él había anulado, y como consecuencia de ese proceder, había cesado la libertad de imprenta, esa libertad que por las reales circunstancias volvía a restablecer el monarca en 1820.

Pero era natural que el restablecimiento de la libertad de imprenta no fuese del agrado para los empleados del rey y de los españoles que ya en esa época se mostraban temerosos de perder los beneficios de su condición social, aquella cadena de beneficios creados por la institución del favoritismo. De  manera que en determinados círculos cada número de El Editor Constitucional era analizado minuciosamente, con el vivo deseo de encontrar algún concepto que pudiera calificarse ofensivo al rey o a las instituciones del Reino, y despachar al periodista a la Junta de Censura. Y esa anhelada oportunidad se presentó cuando en el número 2 del segundo tomo de El Editor Constitucional, de fecha 4 de junio de 1821, se reprodujo un artículo titulado "Viaje a la Luna, o Sueños políticos y morales". "Insurrección del pueblo de Airebi", en el que anagrama se le llama tirano al rey Fernando VII. Y se inició la demanda contra el doctor Pedro Molina. El abogado fiscal de la libertad de imprenta, licenciado Antonio Robles, a los tres días de haberse publicado lo del Viaje a la Luna, se presentó por escrito ante el alcalde 2do. del Ayuntamiento, pidiendo que el periódico fuera rigurosamente censurado, ya que el circulado artículo "...es ofensivo e injurioso al Soberano...". Señala el abogado fiscal en su pedimento, que al examinar minuciosamente el artículo, vio que "en el párrafo segundo usa de los nombres Airebi, Odnanref, le Otargni:  el primero y demás son extrabagantes y del todo desconocidos, mas como se ha usado escribir comenzando con el fin de la dicción o anteponiendo o posponiendo alguna silaba, se descubrió que leído por el revés el primer nombre es Iberia, lo mismo que España, y el segundo y tercero, Fernando el ingrato...".

Fernando VII
El 13 de junio, la Junta de Censura trajo a la vista lo del Viaje a la Luna, "discutiendo detenidamente la materia" y al final "se declaró por unanimidad de sufragios, que nada contiene de injurioso ni ofensivo al Soberano pues según el artículo 3ro. Cap. I Tit.1ro. de la Constitución política de la Monarquía, la soberanía reside en esencialmente en la nación misma, cuando en la denuncia se dice que el papel injuria y ofende al Soberano; y que lejos de hacer en él una sola expresión que ofenda al Soberano, antes bien se percibe claramente que el papel de que se trata desenvuelve y procura defender los derechos de la nación". Tal fue la calificación de la Junta de Censura. Pero los españolistas no podían mostrarse conformes con aquella calificación de los criollos que así opinaban. Y así, en la sesión celebrada en el Ayuntamiento el 14 de julio de aquel año, el síndico don Pedro de Arroyave pidió que se recogiera ese número de El Editor Constitucional "por contener especies subversivas instantes a la separación de estas Provincias respecto de la España Europea y de todos modos peligrosas...". Ya el 19 de junio el fiscal de la imprenta había ratificado ante el alcalde 2do. su denuncia. El Editor Constitucional de fecha 4 de junio, "opinó y declaró que el papel denunciado no es injurioso ni ofensivo a la persona del rey". Convino la Junta, sin embargo, "en que el fiscal no es parte legítima para denunciar los impresos por rezones de injurias...". Hubo un solo voto en contrario, el del señor López. El presidente de la entidad dijo finalmente y votó "por la calificación de no ser el papel injurioso ni ofensivo al rey, fundándose sólo la primera de las dos razones con que él apoya la censura extendida por menor en el lugar correspondiente".

Y hasta aquí llegó El Editor Constitucional en sus labores. La última edición que vio la luz pública fue la número 13, del segundo año, de fecha 20 de agosto de 1821. Cierra esta edición una nota que aparece en la última página, y que en su texto expresa: "A partir de la fecha de este número el nombre de El Editor Constitucional fue cambiado por el de El Genio de la Libertad como consecuencia del jurado de imprenta a que fue sometido el doctor Pedro Molina (N. de la E.)". Dejaba de publicarse el periódico fundador de la prensa independiente en Guatemala, para dar paso a otra publicación en la que podrían leerse los escritos del doctor Molina. Y como continuación de El Editor Constitucional empezó a publicarse El Genio de la Libertad, el lunes 27 de agosto de 1821.

Cuando en la tarde del viernes 14 de septiembre de 1821 se supo que el jefe político superior, don Gabino Gaínza, había convocado para una junta que debería celebrarse en el palacio el día siguiente, para tratar de "Asuntos del mayor interés que pueden ocurrir a la felicidad y tranquilidad pública..."; tres patriotas llegaron al acuerdo de recorrer los barrios de la capital, para excitar al vecindario a que concurriese a los alrededores del palacio y diera vivas a la Independencia, para estimular a los patriotas que en la Junta de ese día tratarían de que Guatemala se hiciera libre.

"Bajo una lluvia tanto insistente como torrencial que desde hacía varias horas azotaba la ciudad, tres patriotas (don Pedro Molina, don José Francisco Barrundia y don Mariano de Aycinena) se distribuyeron por todos los barrios que entonces componían la ciudad... A Barrundia le tocó ir al barrio de San José, al de Candelaria,  que también era conocido como el de "Los Chicharrones" (por ser ahí donde se destazaban los cerdos y se manufacturaban chorizos, chicharrones, morcilla, etcétera); luego siguió a la plaza de la Cruz del Milagro, o barrio la Parroquia Vieja, como se llamó después.

Molina recorrió todas las casas del barrio del Calvario, barrio que era también denominado "de los Cholojeros" luego paso al barrio de Santa Isabel, conocido como el de "la Sabana", y por último al barrio de Santo Domingo.

Aycinena, por su parte, visitó el barrio de Santa Teresa, el de San Sebastián, que lo llamaban entonces "de los Batanecos" por los muchos telajes que ahí estaban establecidos; y, finalmente, visito el prócer Aycinena el barrio de la Recolección. A eso de la s 3 y media de la madrugada del 15 de septiembre, terminaron su recorrido convocatorio los ilustres próceres; aun seguía lloviendo ininterrumpidamente".(1)

Fue esa otra de las patrióticas actividades de doctor Molina y de los otros dos próceres mencionados: tocar la puerta en puerta, bajo la lluvia u acaso ante el disgusto de los vecinos, para pedirles su asistencia a la plaza de la Constitución y a los corredores del palacio el día en que la patria debería hacerse libre por la voluntad del pueblo.

Todas las adversidades, todos los esfuerzos y sacrificios, todas las fatigas que le impusieran de sus anhelos de libertad, las vio el doctor Pedro Molina ampliamente recompensadas el 15 de septiembre de 1821, cuando en el palacio se proclamó la Independencia. Confundido en sus sentimientos por la gloria de tan grato suceso, viendo satisfechos sus más caros anhelos y los de sus compañeros de lucha, como las alas se marchó presuroso a la imprenta, pensando en la necesidad de un alcance de El Genio de la Libertad, que comunicara al pueblo la más grande noticia dada por un periódico; el nacimiento de una nueva patria. Su pluma escribió lo que en su prisa le dictara su pensamiento: "¡Viva la libertad! ¡Viva la Independencia! ¡Viva el noble pueblo de Guatemala! ¡Es posible, amada patria mía, que mis ojos os hayan visto independiente! ¡Oh gloria incomparable a otra cualquiera gloria!".

Poco después se inició en la capital el período sombrío en que se propiciaba la anexión al imperio mexicano. La Junta Provisional Consultiva presidida por el jefe político superior, don Gabino Gaínza, era el centro en que se urdían los acuerdos tendientes a encontrarle la solución a los que el curso de los días iba dejando de ser un problema para culminar con las aspiraciones del regente del Imperio. don Agustín de Iturbide, que en forma amenazante pedía la anexión de las provincias del antiguo Reino de Guatemala a México. Y ante la nueva y vergonzosa situación, fue puesto a prueba el patriotismo de los verdaderos próceres. El doctor Pedro Molina fue un vigilante de lo que se hacia en la Junta, como lo fueron también los próceres José Francisco de Córdova y José Francisco Barrundia. Y por razón de lo que disponía la ley, tuvo que ser oído cada vez que hacía peticiones. Por ejemplo, insistió el doctor Molina ante la Junta el 25 de septiembre de aquel año -1821- sobre la reforma del Acta de la Independencia en su artículo 3ro., el cual dispone "que para facilitar el nombramiento de los representantes que deben formar el Congreso, se sirvan hacerlo las mismas Juntas Electorales de Provincia, que hicieron o debieron hacer las elecciones de los Diputados a Cortes". Fue considerada la petición del doctor Molina, acordándose reformar el artículo, "quedando pendiente los términos en que debía hacerse".

Y cuando se dispuso suspender la sesiones públicas "por el embarazo que en ellas experimentaba la Junta y desórdenes que se advertían", de nuevo salió el doctor Molina en defensa de los intereses del pueblo. En unión de Barrundia suscribió una exposición el 4 de octubre, en la que abogaban por que las sesiones fueran públicas tres veces por semana.

"El derecho del pueblo -dice la exposición- a presenciar aquellas clase de trabajos es ya un axioma político y es al mismo tiempo una necesidad y una conveniencia para el pueblo mismo y para la autoridad constituida".(2)

Los ánimos de los patriotas se exaltaban más y más al conocerse los pasos que se daban en la Junta Provicional Consultiva en favor de la anexión al imperio mexicano. En la noche del 29 de noviembre de aquel año, se registró en la capital un hecho lamentable que llenó de pesar a la familia política del doctor Molina. El alcalde 1ro. don Antonio de Larrave, había sido autorizado "...para salir a rondar, cosa que nunca o pocas veces hacía, con más de sesenta paisanos de su facción (imperialista) y un piquete del Fijo a sus ordenes. La noche estaba hermosa y número de diez y seis patriotas desarmados salió de la Tertulia Patriótica a victorear por las calles de Guatemala libre. El alcalde los encontró en su ronda y sin más delito les mandó hacer fuego y quedaron muertos de resulta los ciudadanos D. Mariano Bedoya y Remigio Meida". Bedoya era hermano político del doctor Molina.

Las pasiones políticas se agudizaban más no sólo en la capital sino en otras ciudades y poblaciones de Guatemala. Al extremarse las cosas, un grupo de serviles pidió el 2 de diciembre el destierro o la prisión para los próceres que sostenían sus opiniones favorables a la independencia absoluta; eran ellos Molina, Córdova y Barrundia. A estos varones se les llamaba "revolucionarios", termino que se consideraba como zahiriente  al ser aplicado a aquellas personas que en una u otra forma se negaban a secundar o aceptar las actividades antipatrióticas de los encargados del mando o sus secuaces, Las amenazas contra molina llegaron a tal grado, que él hubo de verse compelido por las circunstancias, de solicitar al jefe político superior y presidente de la Junta Provisional Consultiva don Gabino Gaínza, pasaporte para dirigirse con su familia a un pueblo de la Verapaz. (Viaje que no ha sido posible comprobar que lo hubiese efectuado). Después, lo solicitó a Filísola.

Para suerte del doctor Molina y de los demás patriotas que habían sostenido sus opinión favorable a la independencia absoluta, terminaron las pesadillas que los atormentaba al derrumbarse en México el Imperio. El cambió político fue radical en todas las provincias centroamericanas; llegó la paz anhelada.

Al darse el decreto del 1ro. de julio de 1823 por la Asamblea Constituyente, de independencia absoluta, los ilustres próceres, perseguidos y amenazados antes, brillaron en toda su grandeza. Molina, Manuel José Arce y Juan Vicente Villacorta fueron electos en la Asamblea para integrar el primer poder Ejecutivo Colegiado de Centro América. Después, y debido a sus méritos, Molina fue jefe de Estado de Guatemala en 1823 y 1831. La historia a escrito con letras de oro su nombre como verdadero prócer de la Independencia, como varón digno de la evocación permanente de los centroamericanos.

Se justificó plenamente que todos los sectores sociales de Guatemala se conmovieran profundamente el 21 de septiembre de 1854, día en que falleció el doctor Pedro Molina, cuando alcanzaba la edad de 77 años.

Arturo Vadés Oliva
Breves apuntes sobre la Independencia
Editorial "José de Pineda Ibarra"
Ministerio de Educación Pública
1969

1. Revista Alegría, números 47 y 48. Anécdotas de la Independencia. 1959, Página 61.
2. Boletín del Archivo General del Gobierno. Tomo IV. Página 547.

martes, 10 de septiembre de 2013

Licenciado Miguel Larreynaga (Prócer de la Independencia)

Licenciado Miguel Larreynaga

LICENCIADO MIGUEL LARREYNAGA
(Prócer de la Independencia)

Nació el 29 de septiembre de 1771 en la ciudad de León, Nicaragua. Hijo de Joaquín Larreynaga y Manuela de Balmaceda y Silva.

Inició su educación en el convento de La Merced, en su ciudad natal y años más tarde continuó educándose en el seminario de San Ramón, centro de estudios secundarios. Ya en Guatemala, en el año de 1798, se graduó de Derecho Civil y Canónico, y sirvió varios cargos judiciales y administrativos. Después lanzó su candidatura a diputado para las Cortes de Cádiz, y fue electo por San Salvador, León y Quetzaltenango. En Cádiz, se distinguió en sus actuaciones. En la junta del 15 de Septiembre de 1821, su voto fue favorable a la Independencia y terció en las discusiones del glorioso día con todo acierto. Fue miembro de la Junta Provisional Consultiva y tuvo parte activa en los debates sobre la unión al imperio mexicano.

Durante varios años viajó al exterior, volviendo en la época del gobierno de Carrera.

Murió en Guatemala, el 28 de abril de 1847.


LARREYNAGA: VARÓN QUE ASCENDIÓ EN EDAD
AL MISMO TIEMPO QUE EN SABIDURÍA

El prócer de la independencia, licenciado Miguel Larreynaga, fue de los raros hombres que por extensos años, sin interrupción alguna, ascendieron en edad al mismo tiempo que en sabiduría. Sus biógrafos están acordes en que, dada su gran ilustración, los guatemaltecos hallaban en él abierta una "biblioteca viviente", pues durante su edad madura se le buscaba y consultaba por los gobernantes, políticos, literatos y hombres de ciencia.

Nació don Miguel Larreynaga en la ciudad de León, Nicaragua, el 29 de septiembre de 1771, hijo único de los esposos Joaquín Larreynaga y Manuela de Balmaceda y Silva. Sus primeros cuatro años se deslizaron por el pueblo de Telica al lado de sus tías que lo criaron, pues tuvo la desgracia de quedar huérfano de madre de madre a los diez días de nacido. Antes de ver la primera luz abría muerto su padre, de consiguiente, fue un hijo póstumo. Por eso "la tradición de más de cien años señala como su pueblo natal a Telica", expresó uno de sus biógrafos, el escritor nicaragüense Luis Alberto Cabrales. Otro biógrafo de Larreynaga, el licenciado Ignacio Gómez, guatemalteco, que fue su discípulo y más tarde amigo del prócer, publicó un folleto que contiene datos más completos al hablar del nacimiento de Larreynaga, y allí se lee que nació en la ciudad de León, en la fecha citada.

Ciudad de León Nicaragua
Otros datos sobre la vida del prócer informan que antes de cumplir los cinco años fue llevado a León por su abuelo materno, capitán Baltasar de Silva, hombre de holgura económica; que aprendió las primeras letras en el convento de La Merced, en el mismo sitio donde hoy se levanta la Universidad Nacional. Pocos años después pasó a cursar al seminario San Ramón que era el mejor centro de estudios secundarios. A los dieciocho años era ya profesor de filosofía y geometría; luego fue enviado a continuar sus estudios a la metrópoli, Guatemala, donde se graduó en Derecho Civil y Canónico en el año 1798. Volvió a León a efectuar su pasantía y a seguir impartiendo la enseñanza, y en el año 1801 dispuso volver a Guatemala dejando su biblioteca de más de tres mil volúmenes a la universidad de León. Ya nunca regreso a su patria.

Por su constancia en sus estudios, obtuvo en Guatemala el título de Licenciado en Leyes, sirviendo consecutivamente en puestos judiciales y administrativos de importancia, habiéndosele distinguido en su primera época de residir en la metrópoli , en la organización del Archivo de la Audiencia, gran deposito documental. Escribió un prontuario de leyes emitidas en 1600 a 1818 y varios libros de importancia jurídica, que fueron muy útiles en la época.

Durante esa época del período colonial, Lerreynada era una personalidad descollante en la sociedad guatemalteca; y según sus biógrafos, su influencia se ejercía, sobre todo, entre el elemento estudiantil e intelectual. No faltaba a las tertulias literarias y científicas que tenían en el el mas fervoroso iniciador y sostenedor. en un informe del capitán general Bustamante y Guerra, afirmaba: "Larreynaga es el alma de las tertulias y el que mantiene las ideas de independencia en estos países". Y así, la autoridad lo señalaba.

Con la fe en su triunfo, lanzó su candidatura a diputado para las Cortes de Cádiz, y salió electo por San Salvador, León y Quetzaltenango. Con esa representación partió a Cádiz en 1818 y estuvo en la inauguración de  aquella magna asamblea de los representantes de todas las provincias del imperio español y en todas sus sesiones. En aquel histórico evento alcanzó grandes éxitos y sus discursos, de clásico estilo, llamaron la atención de los altos políticos de España. En esa reunión de hombres ilustres logró convencerse de que difícilmente la política española cambiaría con respecto a las colonias de América; y retornó con la voluntad y el pensamiento puestos en la independencia. El 15 de agosto de 1821 volvió a Guatemala, y un mes después, el 15 de septiembre, se distinguió por sus opiniones y sus ilustración en la magna junta, la de los próceres que nos darían la libertad.

Su acción fue decisiva en aquel momento solemne. Su criterio se unificó al del doctor canónigo José María de Castilla cuando don José Cecilio del Valle parecía conquistar los ánimos para retardar la proclamación de la independencia. En discursos encendidos de pasión e iluminación de razones, inclinó la balanza por la proclamación inmediata. "Allí fue el mentor de los patricios y el caudillo de la plebe -dice uno de sus biógrafos-, juntándose en él, en esa mañana histórica, los dos destinos más condicionados por los romanos insignes". Larreynaga fue miembro de la Junta Provisional Consultiva formada con forme a lo dispuesto en el punto 8vo. del Acta de la Independencia.

El licenciado Ignacio Gómez, en su folleto que contiene la biografía de Larreynaga, no hace a éste la menor inculpación por haber firmado el acta de anexión a México el 5 de enero de 1822. Con habilidad se limita a expresar: "Agregados por la intriga y la amenaza estos pueblos al efímero imperio mexicano, el señor magistrado Larreynaga fue electo diputado por Sacatepéquez al congreso imperial".  Estuvo presente en la coronación de Iturbide y éste le honró con altos cargos judiciales, y cuando el imperio se derrumbó, la nueva república siguió honrándole por largo tiempo en los mismos cargos. Los regímenes pasaban pero no podía pasar el prestigio del gran nicaragüense. El 14 de septiembre de 1824, el congreso de Oaxaca lo nombró regente de la Corte de Justicia del Estado, para fundarla y organizarla. Después se traslado a Chiapas donde residió por largo tiempo, y fue hasta el 11 de noviembre de 1835 cuando volvió a Guatemala. El presidente Carrera, que había establecido en el país una paz duradera, le llamó a su consejo. Y desde esa fecha, hasta su muerte, fue magistrado de justicia, diputado, presidente de la Corte Suprema, ministro de Instrucción Pública y siempre catedrático de la Universidad de San Carlos. En esa época, el prócer Larreynaga escribió diversos libros.

Su actividad permanente fue finalizando al llegar a una ilustre ancianidad, cargado de años y de sabiduría. Su salud se vio minada por un resfriado. Su biógrafo, licenciado Gómez, refiere: "Que aunque no tenía dolores, calculó desde luego el resultado de esta enfermedad por su vida sedentaria, por su temperamento delicado y por su excesiva debilidad física. Religioso sin indiferencia ni fanatismo, se dispuso experimentalmente para pasar al otro mundo con la misma fortaleza y calma con que había dispuesto sus cosas temporales: fortaleza y calma que le caracterizaron en el largo período de su gloriosa carrera. Con la misma serenidad con que había ido personalmente a escoger en el panteón el lugar de su sepulcro, se preparó para morir. Recibió los santos sacramentos el 17 de abril, a cuyo piadoso acto así como a su exequias se hicieron la honra de asistir todas las personas sin excepcion más notables de Guatemala, Murió con la tranquilidad del justo, a los setenta y cinco años, siete meses de su edad", el 28 de abril de 1847. Se le sepultó en el cementerio de San Juan de Dios.

Antes de morir, con la tranquilidad filosófica de los cristianos, quiso escribir su propio epitafio, y lo hizo en versos porque también fue poeta; sobre su tumba fueron cinceladas en mármol estas palabras:
"Lo que es tierra que vuelva
a la tierra, y en ella se resuelva.
La vida no fue dada
al hombre en propiedad, sino prestada:
suya no es, sino ajena,
que la necesidad así lo ordena".

La Gaceta de Guatemala del 8 de mayo de 1847, publicó los siguientes conceptos poco después de la muerte del prócer Larreynaga:

"...Su gabinete, su tertulia, era la escuela a donde ocurrían por consejo las personas más distinguidas, en demanda de ciencia e instrucción. Al atractivo y embeleso de sus conversación, siempre animada, llena de naturalidad y de anécdotas interesantes, se añadía el profundo conocimiento de los negocios, la penetrante agudeza para resolver dificultades y cuestiones complicadas. Él era, pues, el consultador más ilustrado y el centro más concurrido de la sociedad. ...Su muerte correspondió a su carácter y a su vida, con serenidad filosófica, con la calma del bueno y del justo cerró los ojos y descansó en la eternidad. Pasó ya entre nosotros este ya esclarecido magistrado, ornamento de cualquier país donde hubiera recibido. Brilló como un meteoro. Su memoria es como un rastro de luz sobre nuestro horizonte que señala el camino por donde ha desaparecido a nuestra vista. La amistad deja caer esta lágrima sobre su sepulcro, pero levanta la frente entristecida y ve la inmortalidad.

En su esfera de legislador, en la tribuna, donde se ve al hombre por todas sus fases, o donde caen las reputaciones falsas o de sorpresa, se vieron brillar en todo su esplendor las altas capacidades, la oratoria fluida, sencilla y lógica, los principios, los sentimientos generosos y liberales, que habían ya germinado en la carrera de abogado, el relator, del magistrado. Discursos hay de este digno representante que son el modelo de la noble sencillez, el cuadro perfecto de las circunstancias en que se hallaba el Estado, y de la dirección que debía darse a esta nave en medio de la borrasca.

Había él ocupado dignamente uno de los puestos que creó Guatemala libre, al organizar un gobierno improvisado en el acto de la independencia: él unió su voto al de la libertad en aquel día supremo, y se esforzó en dirigir con sabiduría la administración pública entre la agitación popular de la gran crisis en que nació la Patria. Ninguno mejor que él debía después representarla y ocuparse de su suerte, como lo hizo cuando ya disuelta zozobraba.

Viajó por Europa, y la civilización desarrolló más su inteligencia. Residió en México, en Oaxaca, en Ciudad Real y mereció de estas poblaciones el distinguido concepto que correspondía a sus servicios, En medio de las convulsiones políticas, de la exageración y hostilidad de los partidos, siempre su honor fue respetado, nunca los odios públicos mancillaron su carácter. Sereno, prudente y honrado, él quedaba ileso entre el choque y la discusión civil.

La filosofía práctica, los sentimientos dulces de la amistad, el amor más constante a su país, la dedicación más asidua al estudio de la legislación y a la bella literatura, su embeleso por los poetas y oradores griegos y latinos, su cultivado esmero por la sabia antigüedad, su conocimiento en el griego, idioma del heroísmo y de la libertad, engendraban los rasgos más sobresalientes de su sociedad familiar, de su vida privada, y de su carácter eminentemente dispuesto a los servicios públicos y a la defensa de los ciudadanos en un país libre".

Tal fue en la vida el prócer de la independencia, licenciado Miguel Larreynaga.

Arturo Valdés Oliva
Breves apuntes sobre la Independencia
Editorial "José de Pineda Ibarra"
Ministerio de Educación Pública
1969

lunes, 9 de septiembre de 2013

Licenciado José Francisco de Córdova (Prócer de la Independencia)

José Francisco de Cordova y Gonzalez

JOSÉ FRANCISCO DE CÓRDOVA Y GONZALEZ
(Prócer de la Independencia)

Nació el 10 de octubre de 1786 en la ciudad de Guatemala. Hijo del doctor José Antonio de Córdova y de doña María Luisa Gonzalez.

Todos sus estudios los hizo en la ciudad donde naciera. Se recibió de Licenciado en Derecho, título otorgado por la Universidad de San Carlos, en el año 1815. Durante varios años sirvió el cargo de secretario del Ayuntamiento. Fue uno de los hombres más perseguidos por el capitán general José de Bustamante y Guerra, por sus ideas republicanas. En agosto de 1821, presentó al jefe político superior Gabino Gaínza, un escrito con más de 400 firmas pidiéndole que él mismo proclamara la Independencia. Gaínza ordeno que se le abriera juicio. El 15 de septiembre de 1821, en unión de don Santiago Milla, voto en favor de la Independencia por el Colegio de Abogados. Con el doctor Pedro Molina y don José Francisco Barrundia, fue de los ciudadanos que más opusieron a la anexión a México. Se ha dicho reiteradamente que el licenciado José Francisco de Córdova (Cordovita), fue quien redacto el acta de fecha 1ro. de julio de 1823, que ratifica la Independencia absoluta, dada por el Congreso. Años más tarde se vio obligado a marcharse a México por las persecuciones políticas.

Murió en la ciudad de México, el 9 de enero de 1856.

JOSÉ FRANCISCO DE CÓRDOVA, PRECURSOR 
DE LA INDEPENDENCIA

No se ha logrado establecer por qué a algunos de los hombres ilustres que sobresalieron en las jornadas por alcanzar la independencia de Centro América aún no se les ha hecho plena justicia en el reconocimiento de sus méritos de patriotas o de mártires. Diríase que en forma intencional se ha querido que figuren en segundo plano, esto es, sin entrar análisis justo y sereno de su actuación decidida y eficaz desde la época en que se iniciaron en las provincias centroamericanas los pasos por la libertad.

Entre estos hombres próceres figura el licenciado José Francisco de Córdova, de quién doliéndose de la injusticia y del poco aprecio a sus méritos y merecimientos, escribió el distinguido historiador Antonio Batres Jáuregui estos conceptos:

"Cuando se escriba con imparcialidad la historia de aquella época dolorosa, llena de azares y desastres, aparecerá la figura simpática de 'Cordovita' como la del girondino de nuestras luchas revolucionarias; se darán un beso el cariño y la gloria. ¡Hombre grande en su pequeñez física! ¡Preclaro en su modestia! ¡Ilustre en su obra de libertad! ¡Será siempre prócer eximio el que se empeñó decididamente en defensa de nuestra incondicional emancipación!".

Algunas voces han expresado que Córdova merece el nombre de precursor de la Independencia, señalándose que el año de 1811 fue encarcelado por el "delito" de expresar en una plática privada, comentarios suyos en relación con la independencia y los justos derechos de los pueblos en reclamarla.

Otra actitud suya, temeraria por cierto y que abona con abundancia que se le considere como precursor de la independencia, es la de haber pedido al jefe político superior, brigadier Gabino Gaínza, en el mes de agosto de 1821, la proclamación de la independencia, en un escrito calzado con muchas firmas. Esa vez se le sujetó a un proceso, quedando nulificado el procedimiento en el siguiente mes, al proclamarse la independencia. En el memorial se pedía a Gaínza que él mismo hiciese la proclamación, a lo que el gobernante respondió con la orden de procesar a los autores de esa representación. Pocos días después, mandó a suspender el juicio, suceso que produjo expectación entre los realistas, y robusteció la fe en el ideal de los independientes.

Pero también parece que con el curso del tiempo ha sido olvidada la actitud varonil del licenciado José Francisco de Córdova frente a los desplantes de uno de los capitanes generales más drásticos de la colonia: el teniente general José Bustamante y Guerra. Como secretario del Ayuntamiento, "Cordovita" fue siempre un opositor de los desmanes del gobernante. Cuando en el año de 1811 fue encarcelado por lo ya expuesto. Bustamante había incurrido en diversas contradicciones con la Real Audiencia; sin duda a eso se debió que los oidores dieran por terminada la causa, dictando un apercibimiento al indultado -"Cordovita"- a la Escuela de Cristo para que expiara su falta con un mes de ejercicios piadosos. Esto explica que la Real Audiencia no sentenció en ese caso con la rigidez sugerida por Bustamante, y éste embuchó su cólera contra el secretario del Ayuntamiento, quien desde entonces pasó a formar parte de los perseguidos por el gobernante.

Los acontecimientos registrados en San Salvador el 5 de noviembre de 1811, cuando en aquella ciudad se intentó lograr la independencia, fue la oportunidad que llegó a Bustamante para saciar sus apetitos de venganza. Se dirigió al Ayuntamiento para comunicar oficialmente lo ocurrido en San Salvador. En la sala de sesiones y ante todos los ediles lanzó una mirada de despreció al secretario Córdova, ordenando seguidamente su retiro del local porque, según lo expresara, no le inspiraba la menor confianza. Fue atendida aquella orden arbitraria. Cordovita se retiró de la sala con paso firme, la frente altiva. Y como no podía esperarse menos de él por esa afrenta, redactó su protesta, la que fue entregada en el acta de la sesión de ese día.

Para Bustamante fue una permanente contrariedad que Cordovita continuara en la secretaría del Ayuntamiento; y es que el secretario había sufrido una ofensa, y así, sabía aprovechar cuanta oportunidad le llegaba a la mano por razón de oficio, para hacer tragar bilis al capitán general.

A nuestro prócer se le llamaba generalmente "Cordovita" porque era delgado, de corta estatura y por su trato jovial. El ayuntamiento de 1813 confirmó su continuación en el empleo eligiéndolo su secretario. Algunos historiadores le atribuyen la iniciativa o sugerencia a la Corporación, encaminada a elevar una queja a la regencia de la Corona contra Bustamante, por el mal trato que daba al Ayuntamiento, lo que fue acordado en el acta suscrita el 2 de enero de 1813.

Por compra de oficio o remate -formalidad de la época- servía Cordovita el cargo de secretario del Ayuntamiento; pero Bustamente no lo perdía de vista y trataba de humillarlo a toda costa; aprovechó el acuerdo de desconocimiento de la Constitución dado por Fernando VII, y sin detenerse en miramientos ni consideraciones lo mandó destituir. Esa esperada actitud del capitán general la aprovechó el destituido para empeñar sus energías en la propaganda de las ideas de libertad. Fue en el año 1815 cuando don José Francisco se recibió de licenciado en Derecho, título otorgado por la Universidad de San Carlos donde hizo sus estudios. Desde entonces se distinguió como profesional, exhibiendo siempre su firme voluntad, su patriotismo y su capacidad, sentimientos que supo confirmar en los días de la intensa lucha por la independencia de Guatemala.

En junio de 1820, aprovechando el juramento de la Constitución acordada por el entonces capitán general don Carlos Urrutia y Montoya para el 9 de julio siguiente, Cordovita reclamó en derecho y obtuvo nuevamente el puesto de secretario del Ayuntamiento. Don Manuel Montúfar, su contemporáneo y amigo, dijo: "...Cuando escribe como secretario, copia el pensamiento de los hombres".

En 1824, Cordovita tomó la dirección del periódico El Observador, órgano que sustentaba principios moderados. Pero ya antes se había distinguido en la Asamblea Constituyente de 1823; se ha escrito reiteradamente que a él debe la patria la redacción del decreto del 1ro. de julio de dicho año, que declara la independencia absoluta de los Estado Unidos del Centro de América, documento de frases hermosas, cuyos períodos "tienen alcances supremos de Mandamientos", dice un historiador guatemalteco.

Dos años antes, el 15 de septiembre de 1821, Cordovita asistió a la Junta de Notables convocada por el jefe político superior interino Gabino Gaínza; y con audacia arrolladora insistió en la proclamación de la independencia. En la hora de la votación tanto él como don Santiago Milla dieron su voto en favor, como miembros del Colegio de Abogados. Y la emancipación de España se acordó en esa fecha porque la mayoría de hombres notables habían vencido en noble lid a sus oponentes, partidarios de la monarquía.

Poco después, cuando se hacían ostensibles las actividades tendientes a decretar la unión de las provincias que formaron el Reino de Guatemala al imperio mexicano, Cordovita fue de los que con el doctor Pedro Molina y don José Francisco Barrundia, combatieron los intentos de esa unión por distintos medios, especialmente cerca de la Junta Provincial Consultiva.

La descripción de Cordovita, según los historiadores de su época es como sigue: "Tiene particular gracia para ridiculizar todo cuanto no le agrada, y gran facilidad para mezclar con lo serio el sarcasmo y la burla, Es obstinado en su modo de pensar y cede muy pocas veces: tiene una gran penetración que le descubre sin trabajo el fondo de las cosas y de las personas, y eso lo hace previsor y desconfiado". García Granados dice en sus Memorias: "Tanto él (Cordovita) como su hermano don Mariano fueron entusiastas independientes, y después combatieron la unión a México; pero cuando se reunió la Asamblea Nacional Constituyente y se marcaron los dos partidos en que se dividió el país, los Córdovas, los Betetas, Sosa y otros con ideas democráticas que habían resistido aquella unión, se afiliaron en el partido moderado, y fueron de los que con más energía combatieron a los rojos o a fiebres". Montúfar y Coronado aparece más explícito al referirse a Cordovita en sus Memorias de Jalapa: "El carácter de Córdova es un compuesto de contrastes, y si se formasen bien en lo físico, y lo moral, la pintura ofrecería mayor interés. Córdova, con un talento feliz, se desprende con dificultad, o más bien no puede renunciar prevenciones envejecidas; hay personas y cosas que jamás obtendrán su respeto; si gusta de la comedia, difícilmente podrá formarse una ilusión sobre la tragedia, y el papel que representan algunos hombres públicos, así como el idioma que debe emplearse en las ocasiones más solemnes; le excitan una risa que no ha podido ni querido dominar. Su talento a la elasticidad de sus sentimientos susceptibles de una grande extensión, y a veces pegado a un punto muy estrecho: la ceguedad por su amor a Guatemala, excede a lo más lógico de un amante joven por el objeto de una primera pasión. Con la pasión en borrasca sabe lo que quiere decir, pero no siempre lo que debe callar y todo lo dice con tranquilidad, con entereza sin omitir lo más pequeño de lo que puede defender su causa, u ofender la contraria. En la tribuna ha probado Córdova más audacia que intriga, y la vanidad de poner estudio en sus discursos, ni parecer afectado en sus frases, ni copiante en la expresión, los priva de un mérito que no sabrá conocerse, fuera del tiempo, del lugar y de la ocasión en que se pronunciaron, Su análisis es natural, fácil y exacto; su expresión clara y nunca ambigua, jamás problemática y siempre concluye en sus felices improvisaciones.

Y seguidamente, en estas lineas lo que opinan algunos de los historiadores de nuestra época, sobre Cordovita: Dice el licenciado David Vela: "Sin embargo, fuera de conjeturas, sus contemporaneos reconocen que nuestro biógrafo fue una de las voluntades que trabajan con más ahínco por la independencia absoluta, y el mismo Córdova alegó para sí méritos de precursor del movimiento del 15 de septiembre de 1821...". El recordado periodista e historiador, Federico Hernández de León, dijo de Cordovita: "Este nombre debería tener en nuestras escuelas de enseñanza elemental y complementaria, acción de presencia, establecida para infundir en los ánimos juveniles, los sentimientos de gratitud y de ejemplo de elevadas aspiraciones". Y el padre del Archivo Nacional de Guatemala, profesor José Joaquín Pardo, escribió lo siguiente: "El licenciado José Francisco Córdova, el célebre Cordovita, a mediados de agosto de 1821, presentó al capitan general un extenso memorial calzado por más de 400 firmas (principalmente de universitarios) pidiendo la proclamación de la independencia. Córdova fue procesado nada menos que por los próceres Mariano Larrave, alcalde 1ro. y Pedro Arroyave, síndico". Y en el imparcial del 9 de enero de 1956, se lee: "El 15 de septiembre de 1821, Córdova, con el doctor Santiago Milla, representó al Colegio de Abogados y fue decidido adalid de la independencia inmediata, contra los próceres que pretendían retardarla. Sobrevenida la anexión a México por maniobras del bando aristocrático e imperialista, con Gaínza a la cabeza, José Francisco de Córdova fue uno de los más tenaces impugnadores y fue de consiguiente de los patriotas que sufrieron persecuciones por su oposición.

Las inmensas luchas que siguieron a la independencia absoluta, y en las que Cordovita participó con todo el ardor de su temperamento, ya como tribuno o con su pluma en el periódico, lo obligaron, en la hora de las más terribles persecuciones a marcharse a México. Fue un viaje precipitado en que hubo que dejar a su familia, en Ciudad Real de Chiapas. Después se trasladó a la capital mexicana donde sirvió algunos cargos públicos.

Su pensamiento estuvo siempre fijo en la patria amada, a la que había servido con el más entrañable de los amores. Ese pensamiento lo mantuvo hasta la hora final de su vida. El licenciado José Francisco de Córdova nació el 10 de octubre de 1786 en la ciudad de Guatemala, hijo del doctor José Antonio de Córdova y de doña María Luisa González, el 31 de marzo de 1814 casó con doña Manuela del Camino. Enviudó en México y allí contrajo segundas nupcias. Fueron varios los hijos de sus matrimonios. Su fallecimiento se registró en la ciudad de México, el 9 de enero de 1856.

Arturo Valdés Oliva
Breves apuntes sobre la Independencia
Editorial "José de Pineda Ibarra"
Ministerio de Educación Pública
1969

sábado, 7 de septiembre de 2013

Licenciado José Cecilio del Valle (Prócer de la Independencia)

Licenciado José Cecilio del Valle

LICENCIADO JOSÉ CECILIO DEL VALLE
(Prócer de la Independencia)

Nació en Choluteca, Honduras, el 22 de noviembre de 1780. Hijo de don José Antonio Díaz del Valle y de doña Gertudris Díaz

En Guatemala hizo sus primeros estudios en el colegio de Belén, y después estudió en el colegio Tridentino, terminando su carrera de leyes en la Universidad, cuando alcanzaba la edad de 23 años. Fue un hombre de grande y reconocida cultura. En el gobierno colonial fue Auditor de Guerra, y como tal le correspondió abrir dictamen en la Junta del 15 de septiembre de 1821, y esa vez opinó que previamente debían ser consultadas las provincias, sobre si se adopta la Independencia. No se aceptó su tesis y se proclamó la Independencia ese día. Después, en la Junta Provisional, se opuso a la anexión a México. Fue electo diputado por Tegucigalpa u Chiquimula al Congreso mexicano. Iturbide ordenó su prisión y después lo nombro Ministro de Relaciones.

Falleció en 2 de marzo de 1834, en Corral de Piedra, Guatemala.

LA DISCUTIDA FIGURA DEL PRÓCER DE LA
INDEPENDENCIA, JOSÉ CECILIO DEL VALLE

Las grandes figuras de la independencia de la América Central, son discutidas, más y más con el transcurso del tiempo; y aunque parezca un contrasentido, no conocemos aún la exacta interpretación, justa, desapasionada y veraz que haya logrado fijar la posición exacta de algunos de los varones que en una u otre forma contribuyeron a darnos la nacionalidad. Son tan variados los comentarios que se han escrito sobre nuestros próceres, que el estudioso de la historia patria tropieza repetidamente con una serie de problemas que le impiden definir cuál fue la verdadera actuación de los hombres que se movieron durante la época de la independencia, ya que la mayoría  de los historiadores dominados en sus relatos por la pasión partidista, y así las imágenes de algunos de aquellos hombres aparecen con tintes que ha formado la amable o la implacable descripción.

A esa penosa circunstancia se debe el que las nuevas generaciones no pueden medir con equidad y justeza a los hombres ilustres del siglo XIX, y que sucesivamente se ven obligados a repetir lo que sobre la magna efemérides expresan tan fría y pobremente nuestros textos de historia.

El recuerdo de la emancipación ha seguido transcurriendo cada año sin más novedades que dudoso valor sustantivo de las exaltaciones en los discursos, frutos obligados de un compromiso por llenar, especialmente en los aspectos oficial o político, conforme las inclinaciones dominantes en el medio, Y son tan disimiles las apreciaciones o criterios que sustentan los oradores sobre tal o cual aspecto de la independencia, o en particular sobre los hombres que en ella intervinieron, que si se consultan o analizan sus conceptos, dificulta su interpretación aun a quienes se sienten atraídos por esa clase de discursos.

Una de las figuras próceres más discutidas es indudablemente la de don José Cecilio del Valle, político, estadista, sociólogo, escritor, jurisconsulto. Así como se le ha enaltecido dándosele el honroso título de sabio, se le ha combatido con los calificativos más duros, al grado de que algunos historiadores le niegan el derecho a que se le llame prócer de la independencia. Lineas adelante citaremos esos casos concretamente para que el lector a quien atraen las citas históricas conozca los pareceres de quien han opinado en ese sentido.

Lo exacto es que la actuación de Valle, concretándonos al período de la independencia, aparece en algunos aspectos con rasgos nobles y de una tendencia patriótica bien definida, para unos, para otros, sus actitudes son tendenciosas y bien calculadas en sus diversos alcances. En el primer caso, podrá observarse que Valle tomó a su cargo la redacción del Acta de Independencia tan pronto como termino la junta del 15 de septiembre, posiblemente porque dentro de los ilustres varones que en esa fecha se habían congregado en palacio, no hubo quién quisiera redactar un documento de tanta responsabilidad en los momentos difíciles que siguieron a la proclamación, suceso que se comprueba con el hecho de que en la sala de seciones quedaban solamente trece personas de las muchas que allí se habían congregado, además de Valle, quien trabajó durante todo ese día y parte del siguiente en la redacción del Acta de Independencia, a la que se llama la fe de nacimiento de la nueva patria; sin él se habría retrasado la publicación de aquel documento importante, al que el propio Valle hizo finalmente enmiendas entre lineas, las que conforme a su parecer eran necesarias.

Acta de la Independencia de Guatemala
"Yo tuve el honor -dijo del Valle- de haber escrito el acta memorable del 15 de septiembre de 1821, la primera de nuestra independencia y libertad, recibida con entusiasmo por los pueblos de esta nación y reimpresa con elogio en otras".

En el segundo caso que hemos citado, se ha escrito que Valle dio una redacción antojadiza a la citada acta, especialmente al artículo 3ro. que expresa que:

"para facilitar el nombramiento de los representantes que deben formar el Congreso, se sirvan hacerlo las mismas Juntas Electorales de <provincia que hicieron o debieron hacer las elecciones de los diputados a Cortes"

Esto dio origen a que don Pedro Molina insistiera ante la Junta Provisional Consultiva, el 25 de septiembre de aquel año -1821- pidiendo la reforma del citado artículo, petición que fue aceptada, acordándose "que sólo quedaban pendientes los términos en que debía hacerse". 

Otro punto discutido del acta redactada por Valle, y que denunció Barrundia por lo raro de sus términos, es el artículo 2do. Que expresa:

"Que desde luego se circulen oficios a las Provincias por Correos extraordinarios para que sin demora alguna se sirvan proceder a elegir Diputados o Representantes suyos, y estos concurran a esta capital a formar el Congreso que deba decidir el punto de Independencia y fixar, en caso de acordarla, la forma de gobierno y ley fundamental que deba regir".

Se ha escrito que Valle procedió en forma tendenciosa al redactar ese punto, porque la independencia había sido proclamada y jurada el propio día 15 de septiembre, y de consiguiente el Congreso que se reuniese que no tenía por qué fijarla "en caso de acordarla". Que el acuerdo de la independencia ya había sido tomado, y consiguiente en el acta se dejaba una puerta abierta a las posibles intentonas de negarle la validez legal. Por eso es que el punto 2do. Del acta se ha interpretado como que su redactor, Valle, dejó la puerta accesible a las maniobras de los españolistas que en la junta habían adversado la independencia.

Citamos las opiniones de distinguidos historiadores que han hilvanado sus comentarios en torno a la redacción del Acta d Independencia.

"José del Valle, al redactar el acta del 15 de septiembre, incurrió en una doblez. Valle con malicia reprobable y dejándose llevar de la pasión partidaria, antes que del sentimiento nacional,  torció la tendencia de uno de los capítulos y por lo cual las elecciones de diputados quedaban al arbitrio del partido gazista del cual era jefe el señor Valle". (Diario La Hora, 5 de octubre de 1956).

El investigador salvadoreño, doctor Hermógenes Alvarado h., reconociendo la habilidad de Valle expresa que

"El acta suscrita en aquel memorable 15 de septiembre de 1821, apreciada por los historiadores como base y principio de la nacionalidad centroamericana, fue redactada con mano hábil. Se logro calmar con ella la agitación del pueblo; pero la forma ambigua que se descubre en su texto, ha inducido a pensar, a más de alguno, que no contiene una declaración terminante y precisa de la independencia".

Otro historiador salvadoreño, Jorge Lardé y Larín, expone en su trabajo de incorporación como Académico de Número de la Academia Salvadoreña de la Historia (1953), que

"Claramente se advierte que el sabio don José Cecilio del Valle no puede figurar como prócer de nuestra independencia y claramente se advierte también, que aunque reconoció la necesidad y justicia de su proclamación -indudablemente impresionado por los gritos del pueblo que exigía la separación definitiva de España-, él recomendaba como jefe nato y conspicuo del partido monarquista -aristocrático y esclavizador-, que se pospusiera el glorioso pronunciamiento de la libertad política.

A estas opiniones desfavorables a Valle se suman otras de crítica personal, un tanto implacables, de escritores guatemaltecos. Clemente Marroquín Rojas expresa que:

"Valle es el hombre de las esperas, de las treguas, de los que piden tiempo al tiempo y que, en el fondo, es más aristócrata que los marqueses de Aycinena".

Agudizan más su crítica para Valle estos conceptos de Federico Hernández de León:

"Frente a Arce se erguía la figura desagradable de don José Cecilio del Valle, conservador, aristócrata y servil. Del Valle es el prototipo del españolizado, muy metido dentro del circulo de los aristócratas, en donde no cupiera, si no en fuerza de sus renunciaciones y aquiescencias".

En contra posición a los juicios transcritos, hallamos en el Boletín informativo ODECA -junio de 1956- la siguiente opinión:

"Jose Francisco Barrundia, escritor fogoso y vehemente patriota centroamericano del siglo diecinueve, uno de los más limpios próceres de la independencia nacional de 1821, escribió lo siguiente sobre José Cecilio del Valle: ´Su cabeza fue una luz, su boca fue el órgano de la elocuencia en la tribuna, sus escritos la honra de la patria y de las ciencias´.

Al juicio anterior, tanto más valioso cuanto que se trata de un contemporáneo y antagonista político de Valle, quien lo pronunciara, se han sumado a través de más de un siglo, numerosas opiniones (desde las de Monteagudo en 1825 hasta la de Pérez Cadalso en 1954) en torno a la figura de este sabio centroamericano, todas contestes en  justipreciar el pensamiento macizo y visionario del autor del Acta de la Independencia, pensamiento que todavía tiene vigencia en el continente americano".

Como puede apreciarse por lo transcrito, la figura, en lo relativo al prócer del Valle, sigue en el palenque de las discusiones. Diríase que los historiadores centroamericanos no han logrado llegar a conclusiones exactas sobre su personalidad, toda vez que a más de 140 años de la independencia de la América Central persisten las opiniones en pro y en contra para ese varón, suceso que mantiene en las juventudes que se educan en una incertidumbre que se prolonga; la sed de conocer a fondo, sin odios ni rencores, los valores de los hombres de nuestra independencia, que combatidos o glorificados en rigor de verdad se propusieron legarnos una patria libre.

José Cecilio del Valle nació en Choluteca, Honduras, el 22 de noviembre de 1780. Hijo de don José Antonio Díaz del Valle y de doña Gertrudis Díaz. Falleció en Corral de Piedra, Guatemala, el 2 de marzo de 1834, cuando se dirigía a la capital.

Su ausencia definitiva dejó un gran vació en el círculo de los elementos del partido Conservador que en esa época libraba una enconada campaña contra sus adversarios. Fue también muy sentida su muerte en las agrupaciones formadas por los españolistas que tenían en él al sabio consejero, al varón que sin incurrir en dilatorias les señalaba el camino adecuado para resolver o suavizar sus problemas. En el congreso mexicano se distinguió en sus discursos en favor de la Independencia absoluta de Centro América; después sirvió importantes cargos públicos en Guatemala, hasta la hora de su muerte.

Arturo Valdés Oliva
Breves apuntes sobre la Independencia
Editorial "José de Pineda Ibarra"
Ministerio de Educación Pública
1969