Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán |
FRANCISCO ANTONIO DE FUENTES Y GUZMÁN
El señor Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán nació en la Antigua Guatemala el año 1643; y fueron sus padres don Francisco de Fuentes y Guzmán y doña Manuela Ximénez de Urrea, ambos de las familias más nobles y acomodadas del Reino, puesto que descendían de sus primeros pobladores y conquistadores. Esmerada debe de haber sido la educación que recibió el joven Fuentes y Guzmán y grandes sus facultades intelectuales y su amor al estudio a juzgar por los muchos conocimientos científicos que sus obras revelan y por la circunstancia de haberlo recibido el Muy Noble y Muy Leal Ayuntamiento de la capital como Regidor Perpetuo, a la temprana edad de diez y ocho años; llegando a ser en varias ocasiones Alcalde Primero y Segundo de la misma corporación. Las continuas ocupaciones administrativas no le impidieron, sin embargo, dedicarse preferentemente a su carrera predilecta, la milicia, a la cual perteneció toda su vida y en la que obtuvo merecidamente el grado de capitán.
Por sus buenas dotes de gobierno, intachable honradez y amor al engrandecimiento del país, obtuvo la Alcaldía Mayor del entonces partido de Totonicapán, la que desempeño cumplidamente durante algún tiempo, pasando después con el mismo empleo a Sonsonate, en donde murió en 1700, a la edad de cincuenta y siete años, dejando legitima sucesión habida con una señora de la familia Salazar de Sosa, con quien se casó siendo aun muy joven.
Fuentes y Guzmán debe de ser considerado como prosista y como poeta: en este último concepto escribió varias obras, siendo las principales: "El milagro de la América, descripción en verso de la Catedral de Guatemala", "La vida de Santa Teresa de Jesús" y la "Descripción de las fiestas hechas en Guatemala al cumplir Carlos II la edad de trece años". De las dos primeras, que no se imprimieron jamás y cuyos originales han desaparecido, solo sabemos que estaban escritas en verso de arte mayor; mientras que de la tercera, que está en quintillas, podemos juzgar detenidamente, pues es la única que ha llegado hasta nosotros, a causa de haberse publicado dos veces: la una en la Antigua, en vida del autor, y la otra hace muy pocos años, en Madrid, por la Sociedad de Americanistas.
Fuentes y Guzmán como poeta tiene algunas veces rasgos ingeniosos y fluidez y soltura en los versos: pero en general carece de verdadera inspiración, es oscuro en los conceptos, pedantesco en el estilo, de muy mal gusto en las descripciones; en una palabra, el escritor a quien nos referimos, es, si se nos permite la frase, uno de los más aprovechados discípulos de Góndora.
Las obras en prosa que nuestro autor escribió son: "La Cinosura Política o Ceremonial de Guatemala", cuyo paradero ignoramos; "El Norte Político", que Beristain atribuye equivocadamente al padre del autor, y por último, "La Recordación Florida o Historia del Reino de Guatemala", la única conocida y la más importante de todas ellas.
Los motivos que impulsaron al Regidor Perpetuo de Guatemala a escribir esta historia, fueron, según él mismo dice en el discurso preliminar, los que se indican a continuación: el amor a la patria; la necesidad de aprovechar los documentos antiguos del país que en su tiempo ya se hallaban en mal estado; las instancias de los reyes de España -que por medio de reales cédulas recomendaban e impulsaban la redacción de la historia de cada una de las colonias americanas-, y el deseo de señalar y refutar las alteraciones que hizo el padre maestro fray Alonso Remón, en la obra de Bernal Díaz, al publicarla en Madrid en 1632; deseo muy natural y laudable, pues Fuentes y Guzmán era rebiznieto de Bernal Díaz y tenia en su poder el original de la historia de este célebre conquistador.
Recordación Florida |
Para llevar a cabo esta obra, que debía comprender no solo la historia general del país desde los tiempos más antiguos hasta principios de siglo XVIII, sino también una descripción completa y detallada de la extensión, aspecto físico, clima, poblaciones, riquezas naturales, etcétera, del Reino de Guatemala, Fuentes y Guzmán contaba con grandes elementos, como eran: los archivos de la capital puestos a su disposición por orden superior; los grandes conocimientos geográficos e históricos que adquirió de los mismos indios durante su residencia en Totonicapán; las obras ya publicadas acerca del mismo asunto, y su amistad con el cronista Vázquez y otras personas profundas conocedoras de estas materias.
Sin embargo de todo esto, el poco tino y discernimiento del autor en obras de esta clase, su siega credulidad y su excesivo amor a la raza conquistadora hicieron de la "Recordación Florida" una obra bastante imperfecta, ya por carencia de unidad y de método, ora por las fábulas absurdas y hechos inverosímiles que contiene, ya, en fin, por su falta de imparcialidad en cuanto se refiere a los primeros tiempos de la colonización, pues en ella se desfiguran varias veces los hechos de la conquista en favor de los españoles y en detrimento de los naturales.
Además de estos capitales defectos. la obra en que nos ocupamos, literalmente considerada, tiene otros que no debemos ocultar a los lectores: abundan en ella los pensamientos oscuros y alambicados; su estilo es generalmente pedantesco, hinchado y gongorino, y llena está su dicción de neologismos y voces impropias y de afectadas y violentas construcciones.
A pesar de estas faltas reconocidas por escritores nacionales y extranjeros. ¿qué tiene "La Recordación Florida", que siempre se lee con interés y a veces con verdadero agrado? Tiene varias cualidades de gran valía, en nuestro humilde juicio, entre las cuales citaremos desde luego los numerosos datos geográficos, religiosos, estadísticos y de ciencias naturales en que la obra abunda, y el patriotismo que se revela en todas sus páginas. Fuentes y Guzmán tuvo verdadera adoración por el pueblo que le vio nacer: al progreso y adelanto de Guatemala dedicó todos los trabajos de su vida; y por eso, cuando al escribir su historia le arrebata el amor patrio, prorrumpe en hermosas exclamaciones, su lenguaje se vuelve correcto y natural, su estilo pintoresco y elocuente y agrada e interesa a los lectores.
Otro merito tiene Fuentes y Guzmán que no debe olvidarse: él fue el primero que, apartándose de las sencillas crónicas religiosas escritas por los autores de su tiempo y por los que le precedieron, intentó formar una verdadera historia general de carácter civil, en que se narrasen todos los acontecimientos del país. Quizá su empresa no tuvo completo éxito; mas no por eso debemos negarle los elogios que por ella merece.
Defectuosa y todo como es la obra a que nos referimos, fue durante mucho tiempo la única fuente de donde Juarros y demás historiadores tomaron los elementos de sus libros. Necesarios fueron el estudio y la laboriosidad de Milla para señalar todas las fábulas e inexactitudes de la "Recordación Florida", que de la época del autor hasta la presente, copiadas fueron, como hechos indiscutibles, en discursos, artículos de periódicos, textos de enseñanza y aun en libros de más altas pretensiones.
Es indudable que después de las investigaciones del benemérito escritor que se acaba de citar, quebrantada quedó la autoridad de la "Recordación Florida" en la parte relativa al primer periodo de la historia patria; pero loq ue siempre quedará incólume es el honor de "Padre de la Historia de Guatemala", que Fuentes y Guzmán merece con más justicia, en nuestra opinión, que Juarros y los demás historiógrafos del país.
No queremos concluir este ligero análisis sin mencionar especialmente una de las más bellas cualidades del escritor a que nos referimos; cualidad tanto más digna de tenerse en cuenta, cuanto que ella, a la par que da lustre a la persona de Fuentes y Guzmán, arroja vivísima luz sobre un importante y discutido asunto de la historia de España y de la América española.
Opinión común es entre personas poco conocedoras de la historia o cegadas por preocupaciones políticas, la de que desde el reinado de los reyes Católicos hasta el de Carlos IV, el más absoluto despotismo pesaba sobre España y sus colonias, encadenando todos los derechos y libertades humanas, y, principalmente, el derecho y la libertad de publicar por medio de escritura, las opiniones del ciudadano acerca de la conducta de las autoridades. Exageración y mucha hay en opiniones semejantes; porque si bien es cierto que el estado social y la organización política de la península ibérica y de los demás países europeos de aquella época, no pueden compararse con la organización política y estado social de los pueblos de este siglo, en que la libertad ha logrado sus más hermosas conquistas también lo es que durante aquel periodo, ni en España ni en sus colonias estuvo del todo amordazada la palabra, como lo prueban irrefutables y numerosos escritos.
El el mismo reinado de Felipe II, a quien presentan algunos como el prototipo de la tiranía, escribió el jesuita Mariana el celebérrimo libro de "Rege", puesto por Michelet al lado de "El Principe" de Maquiavelo. No se sabe qué admirar más en la publicación de este tratado: si lo avanzado de sus doctrinas, rayanas en demagógicas, o la tolerancia de Felipe II, que permitía se imprimiera para servir de enseñanza al heredero de la corona, un libro en que se defendía la soberanía popular y en que se exageraba el derecho de rebelión, hasta el punto de justificar el tiranicidio.
Y si de la península pasamos a las colonias no dejaremos de encontrar en ellas escritores dignos e independientes, que no cesaban de levantar su vos y de emplear su pluma para defender los derechos no siempre respetados de los naturales; para censurar los vicios introducidos en la administración pública y para anatematizar cuantas violentas medidas y leyes inconsultas partían de la metrópoli. Entre esos escritores podemos colocar a Fuentes y Guzmán, en quien el excesivo amor a la raza conquistadora no se oponía jamás a la rectitud de las ideas ni a los nobles arranques del corazón.
Pocas páginas de la "Recordación Florida" tan interesantes y atractivas como aquellas en que el autor, indignado por los abusos del poder, los onerosos impuestos y las leyes opresoras, alza su voz, eco en este caso de la ciencia y de la justicia, para defender a las víctima oprimida, señalar los errores económicos y defender los principios del derecho.
Muchos y capitales son los defectos de la obra que analizamos; pero no impiden, ni impedirán nunca, que su autor sea reconocido como el hombre que mejor representaba en Guatemala, en pleno siglo XVII, la investigación científica y la independencia del pensamiento.
Grandes fueron el respeto y la estimación que por estos motivos adquirió entre sus compatriotas el historiador en quien nos ocupamos; siendo una prueba de ello los títulos de Regidor Perpetuo, de Magistrado Pretorio y Alguacil Mayor que le concedió la representación de la capital como recompensa a sus méritos indiscutibles.
El manuscrito original de la historia de Guatemala (que constaba de tres partes, de las cuales ha desaparecido la última, según parece), se conserva en el archivo de la Municipalidad de esta ciudad, y una copia de la primera parte fue enviada al Consejo de Indias por mandato de Carlos II, quien concedió a nuestro autor, según Juarros y Beristain, el titulo de Cronista de Guatemala.
Largo tiempo permaneció inédita la obra de Fuentes y Guzmán; e inédita permanecería hasta ahora si el Congreso de Americanistas de Madrid, juzgando que era digna de ver la luz pública, no hubiera hecho de la primera parte una lujosa edición que se publico en Madrid a principios del año pasado,* precedida de un erudito y elocuente discurso de don Justo Zaragoza, sobre la que él llama con mucha exactitud "familia de los antiguos historiadores de Guatemala".
Gratitud y muy grande debemos los guatemaltecos al Congreso de Americanistas por aquella publicación, que contribuiría indudablemente al esclarecimiento de nuestra historia y a recordar, en bien de la juventud estudiosa, los méritos de Fuentes y Guzmán, modelo de laboriosidad y de patriotismo.
El el mismo reinado de Felipe II, a quien presentan algunos como el prototipo de la tiranía, escribió el jesuita Mariana el celebérrimo libro de "Rege", puesto por Michelet al lado de "El Principe" de Maquiavelo. No se sabe qué admirar más en la publicación de este tratado: si lo avanzado de sus doctrinas, rayanas en demagógicas, o la tolerancia de Felipe II, que permitía se imprimiera para servir de enseñanza al heredero de la corona, un libro en que se defendía la soberanía popular y en que se exageraba el derecho de rebelión, hasta el punto de justificar el tiranicidio.
Y si de la península pasamos a las colonias no dejaremos de encontrar en ellas escritores dignos e independientes, que no cesaban de levantar su vos y de emplear su pluma para defender los derechos no siempre respetados de los naturales; para censurar los vicios introducidos en la administración pública y para anatematizar cuantas violentas medidas y leyes inconsultas partían de la metrópoli. Entre esos escritores podemos colocar a Fuentes y Guzmán, en quien el excesivo amor a la raza conquistadora no se oponía jamás a la rectitud de las ideas ni a los nobles arranques del corazón.
Pocas páginas de la "Recordación Florida" tan interesantes y atractivas como aquellas en que el autor, indignado por los abusos del poder, los onerosos impuestos y las leyes opresoras, alza su voz, eco en este caso de la ciencia y de la justicia, para defender a las víctima oprimida, señalar los errores económicos y defender los principios del derecho.
Muchos y capitales son los defectos de la obra que analizamos; pero no impiden, ni impedirán nunca, que su autor sea reconocido como el hombre que mejor representaba en Guatemala, en pleno siglo XVII, la investigación científica y la independencia del pensamiento.
Grandes fueron el respeto y la estimación que por estos motivos adquirió entre sus compatriotas el historiador en quien nos ocupamos; siendo una prueba de ello los títulos de Regidor Perpetuo, de Magistrado Pretorio y Alguacil Mayor que le concedió la representación de la capital como recompensa a sus méritos indiscutibles.
El manuscrito original de la historia de Guatemala (que constaba de tres partes, de las cuales ha desaparecido la última, según parece), se conserva en el archivo de la Municipalidad de esta ciudad, y una copia de la primera parte fue enviada al Consejo de Indias por mandato de Carlos II, quien concedió a nuestro autor, según Juarros y Beristain, el titulo de Cronista de Guatemala.
Largo tiempo permaneció inédita la obra de Fuentes y Guzmán; e inédita permanecería hasta ahora si el Congreso de Americanistas de Madrid, juzgando que era digna de ver la luz pública, no hubiera hecho de la primera parte una lujosa edición que se publico en Madrid a principios del año pasado,* precedida de un erudito y elocuente discurso de don Justo Zaragoza, sobre la que él llama con mucha exactitud "familia de los antiguos historiadores de Guatemala".
Gratitud y muy grande debemos los guatemaltecos al Congreso de Americanistas por aquella publicación, que contribuiría indudablemente al esclarecimiento de nuestra historia y a recordar, en bien de la juventud estudiosa, los méritos de Fuentes y Guzmán, modelo de laboriosidad y de patriotismo.
Agustín Mencos Franco
Literatura Guatemalteca en el Periodo de la Colonia
Editorial José de Pineda Ibarra
Ministerio de Educación Pública
1967
* Considerar la fecha del articulo, 1967.