I
INTRODUCCIÓN
Con motivo de cumplirse el tricentenario de la muerte del impresor que laboró en Guatemala, José de Pineda Ibarra, acaecida en Santiago de Guatemala, el 2 de octubre de 1680, el Comité encargado de conmemorar dicho acontecimiento, considera de gran importancia y utilidad divulgar los hechos conocidos más sobresalientes en el trascendental quehacer de dicho impresor.
De allí emana la razón de redactar en brevísima semblanza, para darla a conocer al público en general y particularmente a los estudiantes, toda vez que no es fácil tener a mano los datos biográficos de este impresor a quien tanto deben varias generaciones que cotidianamente se superan a través de la letra impresa en nuestro medio, herencia de quien, entre más abnegado, más desconocido es en nuestro medio.
Recordemos que en el siglo XVII el milagro de la difusión de la cultura a través de la imprenta debía sentirse todavía relativamente cercano en el tiempo. Juan Gutenberg había creado la imprenta de tipos móviles a mediados del siglo XV, en Maguncia hacia 1440. De Alemania, este sistema de impresión se extendió por el resto de Europa con relativa rapidez, habiendo penetrado en España aproximadamente en 1468.
En 1539 cruza el Atlántico para establecerse la primera imprenta en la ciudad de México; a Lima, llega en 1584 y a Puebla, en la Nueva España, en 1640. Guatemala fue, por consiguiente, la cuarta ciudad, de las posesiones españolas en América que contó con imprenta según veremos más adelante, pues la obtuvo en 1660.
Lo que creemos digno de señalar, es la enorme e incalculable relevancia que la imprenta tuvo para la difusión de la cultura. Si por un momento pensamos en los meses de trabajo que a un copista le tomaba reproducir a mano un ejemplar de cualquier obra, es preciso notar la diferencia operada mediante el uso de la imprenta, por medio de la cual se podía reproducir el número de copias que se deseara en un tiempo admirablemente más corto, haciendo llegar la cultura a muchos lugares a precios más asequibles, porque las copias hechas por los amanuenses únicamente podían pagarlas determinadas instituciones o personas de amplios recursos económicos. Es por ello que nunca será suficiente insistir en los beneficios que la imprenta ha aportado a la humanidad, facilitando que la cultura, en el más amplio sentido del término, pudiera llegar a mayor cantidad de personas, lo cual es aún más verídico cuando los recursos tecnológicos cada vez más han simplificado, a la vez que tecnificado y acelerado la publicación de la impresión de libros, revistas y periódicos que circulan diariamente por millones, llevando todo tipo de información al público lector en todo el mundo, amén de material didáctico y libros de primeras letras que llegan a conocimiento de la niñez.
Fotografía de la réplica de una imprenta del siglo XVII que se encuentra en el Museo del Libro Antiguo, Antigua Guatemala |
II
INTRODUCCIÓN DE LA IMPRENTA
EN GUATEMALA
El Reino de Guatemala vivió en el siglo XVII un periodo de gran florecimiento cultural, característico de una sociedad que habia madurado lo suficiente para producir obras de gran interés en muchos campos de la ciencia y el arte. Pudiera decirse que Guatemala comenzaba a encontrarse a sí misma, lo cual puede percibirse en la arquitectura, en la escultura, en la pintura, en la historia, en la lingüística y en la literatura. De allí que la presencia de la imprenta en Guatemala fuera vista como algo ineludible y lógico, siendo el obispo fray Payo Enríquez de Rivera el factor final y decisivo para la obtención de este importante beneficio cultural para Guatemala.
En todo caso, sabemos que muchas instituciones y personas particulares en Guatemala habían tratado de obtener una prensa de imprimir en el Reino. Sin embargo, fue fray Payo quien tomó la decisión de aportar el dinero necesario para comprar dicho tórculo y contratar al primer maestro impresor, aprovechando la experiencia y conexión que en tal campo tenía el fraile franciscano, residente en Guatemala, fray Francisco de Borja, miembro de una familia ilustre de impresores en España y la Nueva España.
Efectivamente, se comisiona a este personaje para marchar a Puebla, ciudad en donde su familia tenía establecido un taller de imprenta; compró la prensa y contrató al impresor a mediados de marzo de 1660, costando el tórculo $1538 y un real, dinero que recibió José de Pineda Ibarra de fray Borja, quien debería proporcionarle posteriormente el dinero necesario para trasladarse él y su familia, asi como la prensa, a lomo de mula, desde Puebla hasta Guatemala. De esa manera José de Pineda Ibarra viajó trabajosamente, en pleno periodo de lluvias, desde el altiplano central de México, en Puebla, hasta la ciudad de Guatemala, a donde llega el 16 de julio de 1660.
III
JOSÉ DE PINEDA IBARRA
El primer impresor venido a Guatemala, nació en la ciudad de México hacia 1629, hijo legítimo de Diego Ibarra y Juana Muñiz de Pineda, ambos posiblemente criollos o españoles americanos, pertenecientes a la clase media de la época. Su aprendizaje lo realizó en la imprenta de doña Paula de Benavides, viuda del también impresor Bernardo Calderón, así como en el conocido taller de Hipólito de Rivera. Posteriormente marcha a Puebla, ciudad en la que había un cierto auge tipográfico, en donde contrae matrimonio con María Montez Ramirez, natural de esa población, llegando a tener el grado de maestro impresor, debiendo contar con prestigio y experiencia, desde el momento en que fué escogido por fray Francisco de Borja para contratarlo y traerlo a Guatemala.
Una vez establecidos en Guatemala tanto él como la imprenta, muy pronto, pues en noviembre del propio año 1660, salió el primer impreso conocido que se haya editado en Guatemala, siendo éste un sermón predicado por fray Francisco de Quiñónez, el 4 de octubre del mismo año. En 1661 nació, ya en Guatemala, el único hijo que le sobreviviera y heredara el taller de imprenta, siendo este Antonio de Pineda Ibarra.
De la documentación conocida podemos sacar en conclusión que debió dedicarse no solamente a la impresión, sino también a la encuadernación y a la venta de obras religiosas, literarias e históricas, tanto nuevas como de segunda mano, así como a vender la obras impresas de su propio taller. Vivió y trabajó en una casa que estaba situada en los portales junto al Ayuntamiento, que había adquirido a censo de las monjas de Santa Catalina, y aproximadamente en donde se encuentra colocada una placa conmemorativa de bronce. Al otorgar su testamento el 31 de agosto de 1680, dice estar en cama y enfermo; habiendo fallecido, como ya hemos dicho, el 2 de octubre del mismo año. Del aludido testamento se desprende la pobreza en que murió este primer impresor, así como en lo relacionado con la imprenta; manifiesta textualmente lo siguiente:
"Item, declaro que dejo una imprenta aviada de todo lo necesario para trabajar y toda la herramienta que es menester para encuadernar, la cual dejo a mi hijo, el dicho Antonio de Pineda, para que gozando los frutos de ella, vaya pagando lo que pudiera de lo que debo".
De los datos anteriormente apuntados, podemos también colegir que José de Pineda Ibarra vivió poco más de cincuenta años, de los cuales veinte transcurrieron en Guatemala, habiendo llegado a ésta en su juventud, cuando frisaba los treinta años, es decir, en un momento de plenitud física e intelectual, que le capacitaron para realizar la tarea cultural que ocupó.
Infortunadamente se desconoce cómo era físicamente nuestro primer impresor, circunstancia muy usual en esa época, ya que únicamente los grandes personajes llegaban a ser retratados, por consiguiente, toda representación suya es totalmente imaginativa. Lo único que puede aportar algún dato adicional sobre su persona es la firma de complejo trazo que conocemos por alguno de los documentos por él signados, si bien la firma de su hijo Antonio es aún más complicada, como característica del periodo barroco.
IV
ACTIVIDAD DE LA IMPRENTA
DE LA FAMILIA PINEDA IBARRA
Los trabajos de impresión del primer taller editorial de Guatemala abarcaron poco más de 60 años, que corren desde 1660 hasta la muerte de Antonio Pineda Ibarra, ocurrida en 1721, desconociéndose, a partir de ese momento, el destino que tuvo el primer tórculo venido a Guatemala, pero que debemos suponer que fuera adquirido por algunos de los dueños de nuestros talleres abiertos a partir de 1715. De dicha prensa salieron importantes obras tales como Explicatio apologética, voluminosa obra de 755 folios, redactada por fray Payo Enríquez de Rivera en 1663; La Thomasiada, obra poética escrita por Diego Sáenz de Ovecurri, publicada en 1667, que consta de 261 folios. También alcanzó bastante difusión el Manual para administrar los santos sacramentos de don Nicolás Alvarez de Vega, que alcanzó dos ediciones, una de 1665, otra en 1689. Aparte de los libros, el grueso del trabajo realizado consistió en cartillas, catecismos y novenas, para lo cual los Pineda Ibarra obtuvieron una concesión de 1660 a 1667 y otra a partir de 1711; en suma, José de Pineda Ibarra llegó a publicar 69 impresos y su hijo 41, que hacen un total de 110 impresos. Asimismo, entre otras cosas, imprimían tarjetas de graduación universitaria, en las que se hacía constar los temas sobre los cuales versaría el examen de los graduados, la fecha y hora en que sostendrían la prueba; también figuraban los nombres de las autoridades universitarias y de las personas a quienes se dedicaba el acto académico.
Aparte de lo anterior ya hemos dicho que también vendían libros nuevos y usados, realizaban trabajos de encuadernación, tanto de las propias publicaciones como por encargo de particulares, lo que los hizo ser editores, impresores y libreros.
Vale la pena mencionar que los caracteres de letra utilizados en este primer taller, fueron de tipo renacentista, para cuando se había revivido las elegantes letras de tipo romano que dentro de su sobriedad guardaban gran elegancia y belleza que se siguieron usando en pleno barroco. Alguno de los trabajos, particularmente las tarjetas de graduación iban acompañadas de pequeños grabados hechos en madera que debieron ser diseñados por artistas guatemaltecos anónimos.
Aparte de lo anterior ya hemos dicho que también vendían libros nuevos y usados, realizaban trabajos de encuadernación, tanto de las propias publicaciones como por encargo de particulares, lo que los hizo ser editores, impresores y libreros.
Vale la pena mencionar que los caracteres de letra utilizados en este primer taller, fueron de tipo renacentista, para cuando se había revivido las elegantes letras de tipo romano que dentro de su sobriedad guardaban gran elegancia y belleza que se siguieron usando en pleno barroco. Alguno de los trabajos, particularmente las tarjetas de graduación iban acompañadas de pequeños grabados hechos en madera que debieron ser diseñados por artistas guatemaltecos anónimos.
Luis Lujan Muñoz
Semblanza de José de Pineda Ibarra
Editorial José de pineda Ibarra
Ministerio de Educación Pública
1980