sábado, 21 de septiembre de 2013

Don José Francisco Barrundia (Prócer de la Independencia)

José Francisco Barrundia
JOSÉ FRANCISCO BARRUNDIA
(Prócer de la Independencia)

Nació el 12 de mayo de 1787 en la ciudad de Guatemala. Hijo de don Martín Barrundia y de doña María Teresa Zepeda y Coronado.

Estudió en el colegio Tridentino; se graduó de bachiller en 1803 y años más tarde ingresó al batallón Fijo como alférez del escuadrón de Dragones. Después fue electo regidor del Ayuntamiento, y en ese cargo edilicio se hallaba cuando se registro la conjuración de Belén en el año de 1813. Siendo él uno de los conjurados tuvo que ocultarse al ser denunciada la conspiración porque otros ya habían sido encarcelados. Sin embargo, fue juzgado en ausencia y sentenciado a la pena de garrote. Estuvo oculto durante cinco años. Ya libre, por indulto, trabajo intensamente por la Independencia. Colaboró en los periódicos El Editor Constitucional y El Genio de la Libertad. En la noche del 14 de septiembre de 1821 recorrió varios barrios de la ciudad, invitando al vecindario para que asistiera a la sesión en el palacio el día siguiente. Después, fue de los pocos próceres que combatieron la unión a México, y sin duda el que más lucho con gran entereza en el congreso para que salieran del país las fuerzas mexicanas "de protección" que mandaba el brigadier Filísola.

Sirvió a Guatemala en diferentes e importantes cargos públicos. 

Murió en la ciudad de Nueva York, el 4 de agosto de 1854.


LA REGIA FIGURA DEL PRÓCER DON JOSÉ
FRANCISCO BARRUNDIA 

Entre los próceres de la independencia de Centro América vemos en don José Francisco Barrundia, el varón de recia personalidad que sabe imponer su opinión en los círculos que frecuenta, y también, como funcionario, sabe hacer que lo comprendan cuando frunce el ceño en demostración de inconformidad por aquello que no se ajusta a sus disciplinas de hombre austero, pero justo.

La vida de este prócer a sido descrita de diferentes maneras en libros, folletos, artículos publicados en periódicos y revistas, y seguramente con mayor apasionamiento en los discursos de ocasión en los que han sido abundantes las frases laudatorias o los términos recriminatorios conforme el criterio -liberal o conservador- del individuo cumplidor de una encomienda o consigna en el estrado o la tribuna. Sin embargo, en estos tiempos ya alejados de aquellos en que la pasión partidista dominaba, imponiéndose y alterando la verdad sobre las actuaciones de los hombres de la Independencia, se coloca en el sitio que merece a don José Francisco Barrundia.

Don José Francisco nació en la ciudad de Guatemala el 12 de mayo de 1787. Fueron sus padres don Martín Barrundia y doña María Teresa Zepeda y Coronado, La fe de su bautismo está registrada en los libros de la parroquia de El Sagrario, y expresa:

"En el año del Señor de mil setecientos ochenta y siete en diez y seis días de mayo el señor Dr. Dn. Juan de Dios Juárros maestrescuela de esa santa iglesia hizo los exorcismos, puso el Santo Oleo y Chrismas y Bautizó solemnemente a un infante que nació el día doce del corriente mes  a quien puse por nombre José Francisco María Pedro Regalado Juan Nepomuceno del Santisimo Sacramento, hijo legitimo de Dn. Martín Barrundia y de doña Teresa Zepeda; fue su padrino Dn. Ignacio de Zepeda su Abuelo y por que conste lo firmó dicho señor con el cura semanero. Juan de Dios Juárros. Mariano Izaguirre".

Sus estudios de bachillerato los hizo Barrundia en el Colegio Tridentino hasta el año 1802; y el 19 de febrero de 1803, se examinó y se graduó de bachiller, en un acto presidido por el rector de la Universidad de San Carlos, doctor José Simeón Cañas. Tiempo después fue nombrado alférez del escuadrón dragones milicianos de la metrópoli, y se ha escrito que como tal se servía en el batallón Fijo en el año de 1813, cuando se registró la frustrada conspiración de Belén. Fue uno de los elementos mencionados en las juntas del convento betlemita y en la casa de otro conjurado, don Cayetano Bedoya. Al registrarse el fracaso de la conspiración, Barrundia logró ocultarse y evadir la persecución de las autoridades durante el prolongado período de cinco años. Estaba sentenciado a morir por la pena de garrote. No obstante, en esa época para él azarosa, se instruyó en el conocimiento de los idiomas francés e inglés, los que hablaba correctamente. Por el indulto del 2 de mayo de 1818, recobró la libertad.

Fue un varón de carácter violento. Amaba la libertad y la justicia en tal forma, que cuando se trataba de defenderlas no reparaba en los riesgos de su actitud. Como escritor  y tribuno se distingió en su época, considerándosele como el más fogoso. Se apreciaba en él al cuidado de recio carácter, aunque su trato era afable y cordial. Carecía de ambiciones personales, no era partidario de los grandes honores.

En unión del doctor canónigo José María de Castilla, del doctor Pedro Molina y los señores Juan Montúfar, Marcial Zebadúa y José Beteta, fue miembro de la Tertulia Patriótica de la cual era jefe el doctor Castilla. Como afiliado al partido Caco, fue uno de los elementos que en la noche lluviosa del 14 de septiembre de 1821, llamarón en muchas puertas haciendo la excitativa de asistir a la junta del día siguiente en el palacio y dar vivas a la independencia. Los otros varones que esa misma noche se empeñaron en tan importante actividad, fueron el doctor Pedro Molina y don Mariano de Aycinena.

Su intensa labor patriótica quedó impresa en los periódicos en que colaboró: El Editor Constitucional, La Oposición, El Genio de la Libertad, El Amigo del Pueblo y otras publicaciones. En conceptos que expresan su satisfacción, dice Barrundia en el primer numero de El Editor Constitucional, de fecha 24 de julio de 1820, lo que correspondía expresar a un varón que anhelaba que fuese restituida la libertad de imprenta:

"Después de un espantoso silencio de seis años en que yacía la nación encadenada, vuelven por último a resonar en ambos hemisferios las voces de la libertad y de la patria. Millares de aclamaciones al valor ciudadano se reúnen al son sublime que abate la tiranía. El lenguaje nacional se eleva, designa la marcha de la libertad y del gobierno, traza los caracteres de la servidumbre, pone a toda luz los derechos de la humanidad, pinta al hombre público, al faccioso, al opresor, al siervo y al esclavo..."

Y en el número 3 de dicho periódico, de fecha 2 de agosto de aquel año, se refiere al mismo tema de la libertad, como sigue:

"...Veis aquí la época de los liberales que en muchos hombres sacrificados a la patria se asimilan con el público y se olvidan de sí mismos, la libertad este germen celestial de gloria, de virtudes y de prosperidad es lo que agita sus almas con fuerza extraordinaria... La libertad es la que les sirve de norma; todo lo que se arregla por ello, todo lo que la muestra y la reproduce con más intensidad, tiene sanción más augusta y da la satisfacción más llena al hombre liberal. Ella es la antorcha que los guía por entre los repligues del corazón y por entre las tinieblas de las instituciones antiguas para buscar las materias que le son análogas y establecerlas sólidamente en su país...".

La sinceridad de Barrundia como antianexionista quedó demostrada en los términos de la polémica que sostuviera con el brigadier Vicente Felísola, jefe de las tropas mexicanas de ocupación, en los días finales de la permanencia de esas tropas en la ciudad de Guatemala. Y asimismo, porque anteriormente, y en unión de los próceres doctor Pedro Molina y licenciado José Francisco de Córdova, se distinguió como defensor de la independencia absoluta en sus gestiones ante la Junta Provisional Consultiva.

Curiosa y con descripciones importantes aparece para el investigador la anotación que se halla al margen de la partida de bautismo de Barrundia. Se trata de un resumen bastante acertado aunque no completo, sobre la vida y actividades del prócer, sin que se sepa quién fue el autor de esa anotación, aunque se supone debió ser algún clérigo que manejó el libro de bautismos parroquiales, Dice sobre Barrundia:

"Político, escritor revolucionario, orador fogoso y vehemente; comenzó la carrera de las armas entrando al Batallón Fijo, con promoción a oficial, al servicio del gobierno español; conspiró contra éste en las Juntas de Belén (1813) y se sustrajo al castigo ocultándose por largo tiempo; acogido a un indulto se pronunció vigorosamente por la independencia el 15 de septiembre de 1821; diputado al Congreso se distinguió en el partido liberal avanzado; miembro del poder Ejecutivo, Senador; opositor hasta 1829 en que ejerció interinamente la presidencia; rehusó la jefatura del Estado de Guatemala; federalista desde el principio; hizo a Gálvez violenta oposición y apoyado en las fuerzas de Rafael Carrera derrocó al Gobierno en 1838; emigrado algún tiempo al servicio de los otros Estados, volvió a Guatemala y trabajó contra Carrera, Barrundia abandonó el país, estuvo representando a los Estados en Washington. Murió en EE. UU. en 1854".

De los sueldos que devenga como presidente interino de la Federación -junio de 1829 a septiembre de 1830- y como diputado, donó siete mil pesos para el ramo de Educación Pública. En el año de 1813 era miembro del ayuntamiento de la capital. En las actas capitulares aparecen constancias de sus diversas e interesantes iniciativas en pro del desenvolvimiento de los negocios municipales. Dejó de servir como regidor cuando se iniciaron las persecuciones contra los conjurados de Belén, en el mes de diciembre  de 1813, aunque Barrundia todavía asistió al Ayuntamiento el 12 de enero de 1814; se habían demorado las ordenes de captura en su contra porque las autoridades tenían especial interés en detener, sin excepción, a todos los religiosos que se habían congregado en el convento de Belén para concertar con elementos civiles y militares un movimiento revolucionario. Así, en la noche del 21 de diciembre de 1813,

"... se presentó sorpresivamente en Belén el capitán Antonio del Villar, con buen número de soldados y asistido por el presbítero Cristiano Tejeda, comisionado por la autoridad eclesiástica, y por un secretario; apresó al superior del convento, al doctor Ruiz, a fray Manuel de San José y a los paisanos José Ruiz y Manuel Aiz. Esa noche y al día siguiente fueron detenidos los Bedoyas, Dardón, Díaz, Yúdice y otros promotores denunciados, provocando Bustamante deliberadamente la alarma del vecindario, con ostentoso aparato que tenía por objeto intimidar a los patriotas, sabedor de que eran muchos más los complicados e incontables los vecinos que albergaban ideas autónomas e intenciones sediciosas".

Barrundia no se ocultó de inmediato, sin duda porque creía que no seria denunciado. Y aparentando mucha tranquilidad, sin infundir sospechas, atendía sus ocupaciones habituales, hasta el 12 de enero en que vio llegar el momento de peligro, y desapareció, sin que hubiese quién informara de su paradero.

Lo que siguió contra el hombre perseguido, ya se sabe. Barrundia no salió de la ciudad. Estuvo oculto en diversas casas, de amigos suyos o de sus familias. Varios hogares supieron de la intranquilidad, de los temores derivados de la protección al amigo perseguido por la justicia, sentenciado a la pena de muerte por garrote, pena dictada por el auditor de guerra Antonio del Villar, sin haberse oído al reo, con la sola base de lo expuesto en las denuncias hechas al presidente del Reino.

Ya en la hora de la libertad, cuando le favoreció el indulto, Barrundia, en todos los cargos que sirvió supo destacar su personalidad, su gran amor a la patria, su desinterés, su clara visión de cuanto le rodeaba.

Falleció en la ciudad de Nueva York el 4 de agosto de 1854. A sus restos repatriados se les dio sepultura en la iglesia de Santa Teresa. Y en el año de 1913 se trasladaron al cementerio general, depositándoseles en el sitio donde fue erigido un monumento a su memoria.

Tumba de José Francisco Barrundia
Arturo Valés Oliva
Breves apuntes sobre la Independencia
Editorial "José de Pineda Ibarra"
Ministerio de Educación Pública
1969

1 comentario:

  1. Su madre no era Zepeda y Coronado sino Cepeda y Chamorro, hermana de doña María Luisa Cepeda de Arrivillaga y de doña María Mercedes de Crocker y de Ignacio Cepeda casado con doña María Teodora de Coronado y Lacayo (1769 -1839) nacida en Granada, Nicaragua.

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