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martes, 24 de septiembre de 2013

Vicisitudes de las Provincias tras la Proclamación de la Independencia

Capitanía General de Guatenala

VICISITUDES DE LAS PROVINCIAS TRAS LA
PROCLAMACIÓN DE LA INDEPENDENCIA

Los informes oficiales sobre los sucesos registrados en Guatemala durante los días 14 y 15 de septiembre de 1821, tuvieron repercusiones disimiles -conceptuadas hoy como dramáticos relatos- en las demás provincias centroamericanas, especialmente en las que se hallaban más distantes de Guatemala que fue la metrópoli donde residieron las autoridades superiores del antiguo Reino de Guatemala.

PROVINCIA DE SAN SALVADOR
El informe sobre la proclamación de Independencia fue recibido en San Salvador el 21 de septiembre. El Ayuntamiento se reunió en sesión especial y una nueva junta se celebró el día siguiente. El bando publicado en Guatemala el 17 del propio mes llegó a San Salvador el 26, y ese mismo día fueron publicados por bando los documentos enviados por el gobernante don Gabino Gaínza. Entre los vivas a la libertad dados por el pueblo, se les tomó el juramento de fidelidad a la independencia al jefe político don Pedro Barrienre, al alcalde constitucional de Ayuntamiento, don Casimiro García Valdeavellano, a los individuos del Ayuntamiento y demás autoridades, acto que se realizó en las Casas Consistoriales.

Mas si en San Salvador hubo júbilo indescriptible de parte del pueblo y de las autoridades eclesiásticas y las edilicias al enterarse de la independencia proclamada en Guatemala, la fehaciente documentación histórica nos demuestra que no ocurrió lo mismo en las capitales de las otras provincias, donde los funcionarios que se hallaban en el ejercicio del mando estimularon los odios, enervaron los egoísmos y las reyertas, ya fuera con la intención de quebrantar la supremacía de la antigua capital del Reino, o porque se creyeron amenazados en la estabilidad de sus empleos o bien debido a la confusión que en ellos crearan los graves sucesos de aquella época respecto a lo que ocurría en México, eso es, el texto del Plan de Iguala y los informes relacionados con los sucesivos triunfos militares de Iturbide. De cualquier manera que fuese, la actuación de aquellos funcionarios que eran subordinados del jefe político don Gabino Gaínza, fue la primera en oponerse abiertamente a la unidad política de las cinco provincias y la que encendió la idea separatista.

PROVINCIA DE HONDURAS
Los informes sobre la independencia merecieron la aprobación de Tegucigalpa, Los Llanos y otras poblaciones de Honduras. No fue así en Comayagua, donde el intendente José Tinoco, se negó a reconocer lo resuelto en Guatemala, y el 29 de octubre declaró que la Provincia se sometía al gobierno de México sin aceptar lo acordado en Guatemala. La actitud de Tinoco fue rechazada por los patriotas en Tegucigalpa, y de inmediato se organizaron fuerzas para atacarlo, y para ejecutar su plan, contaron con la cooperación de contingentes armados de El Salvador y Guatemala. Tinoco, al enterarse de que sería atacado, salió de Comayagua hacia el norte, en el intento de fortificarse en esa región. Sus intentos anexionistas se vieron frustrados. Resignó el mando en el canónigo Nicolás Irías y en don Juan Lindo, y precipitadamente se marchó a México.

PROVINCIA DE NICARAGUA
En los pueblos de la provincia de Nicaragua fue recibida la noticia de la independencia de muy distintas maneras. El intendente de León, don Miguel González Saravia, el jefe de las milicias Joaquín de Arachavala y el obispo de aquella diócesis fray Nicolás García Jerez, se pronunciarón abiertamente contra lo resueltoen Guatemala el 15 de septiembre de 1821. Estos varones no eran firmes en sus hechos, como lo prueban las distintas disposiciones que adoptaban sin consultar al pueblo. Contra las disposiciones de las autoridades de León se manifestaron los pueblos de Matagalpa, Granada, Masaya y otros partidos que aceptaron la independencia proclamada en Guatemala. Y como consecuencia de tales sucesos, en Nicaragua se registraron graves acontecimientos en el curso de varios meses.

PROVINCIA DE COSTA RICA
Se enteró de la independencia el 13 de octubre de 1821, fecha en que el jefe político subalterno, coronel Juan Manuel de Cañas, recibió las comunicaciones de Gaínza, y al propio tiempo, las actas suscritas en León(1). En cabildo abierto fueron leídos los documentos recibidos; deliberaron las autoridades de Cartago hasta llegar al acuerdo de acogerse a lo resuelto en León, es decir, "que permanecerían independientes del gobierno español hasta tanto se aclarasen los nublados del día y pudieran obrar con arreglo a lo que siguieron sus empeños religiosos y verdaderos intereses". Lo resuelto tan rápidamente por las autoridades de Cartago originó serias dificultades al coronel Cañas. ya que si el partido de Heredia expresó su asentimiento en lo acordado en León, Alajuela y San José manifestaron su firmeza en favor de la independencia absoluta, sin esperar a que "se aclarasen los nublados del día". Para buscar una formula conciloatoria, se dispuso en Cartago que allí se celebraria un congreso de representantes de toda la nación. Así se hizo. Y el congreso dispuso proclamar la independencia de Costa Rica, provincia que se gobernaría por si sola, sin aceptar el acta de León ni la de Guatemala. Se designó al coronel Cañas para que gobernara con el nombre de jefe político patriótico.

El juramento de la independencia fue el 1ro. de noviembre, ante los oficios del cura de Cartago Joaquín de Alvarado, quien la tomó a las autoridades y al pueblo, con las siguientes palabras: "¿Juráis a Dios Nuestro Señor guardar y hacer guardar con vuestras armas, bienes y personas la independencia absoluta del gobierno español y sujetaros al imperio mexicano?".

Tal como ocurriera en Nicaragua, los costarricenses sufrieron una época turbulenta, caótica, de cruentas luchas entre los partidos que abrazaban la independencia absoluta y los que favorecían la anexión al imperio mexicano. Fue hasta el 8 de octubre de 1823 cuando el Congreso decretó que de acuerdo con la voluntad de los pueblos queda adherida la Provincia a las que tenían representación en la Asamblea Nacional Constituyente de Guatemala, y que, aunque desde esa fecha se incorporaba a las provincias de Centro América, no se contraía a prestar obediencia a las leyes que dictara el Congreso en tanto no confirmara esa incorporación con el juramento.

Tales fueron los resultados de las noticias oficiales de la independencia, recibidas en las provincias que formaron el Reino de Guatemala. Se ha argüido que de parte de las autoridades centrales, las de Guatemala, hizo falta una labor de información completa sobre los sucesos registrados el 15 de septiembre en la Junta de Notables celebrada en el palacio, lo que dio origen a que en algunas de las provincias se creyese que les obligara a aceptar una resolución sobre la cual no se les abría informado ampliamente.

Tal vez no sean del todo justas tales opiniones, porque juntamente con la copia del Acta de la Independencia fueron enviados a las autoridades de cada provincia, por medio de correos extraordinarios, el manifiesto del jefe político superior, don Gabino Gaínza y un documento firmado por "un patriota". Además, vemos que era muy clara en sus conceptos la comunicación del propio Gaínza en los envíos del acta del 15 de septiembre. Por ejemplo, al dirigirse a las diputaciones de Comayagua, León y Ciudad Real, expresa textualmente:

"Exmos. Srs.: Acompaño a V. S. ejemplares del manifiesto y acta celebrada por la junta Provisional que se instaló en esta ciudad con motivo de haberse proclamado la independencia del Gobierno español.
El voto uniforme de este pueblo y el de la Junta Provisional, es el de conservar la unión más íntima con todos los de este afortunado Reino: que sea uno el gobierno que los una, bajo los principios de fraternidad, y bajo la garantía de leyes justas establecidas por los representantes de la nación, A este grande objeto se dirige la convocatoria adjunta. Yo espero que V. E. correspondiendo a tan nobles sentimientos, se sirva dictar las medidas más activas para llevar adelante la obra de nuestra regeneración política y que dé este nuevo testimonio del carácter pacífico y patriótico que distingue a los beneméritos individuos de esa corporación.
Dios guarde, etc., septiembre 18 de 1821".

También las autoridades municipales se encargaron de informar a las provincias sobre el gran suceso del 15 de septiembre. Prueba esa labor el documento que expresa:

"El Ayuntamiento de Guatemala al de Cartago. El día 15 del corriente se juro en esta ciudad su gloriosa independencia. Este ayuntamiento patriótico poseído de la más dulce satisfacción, tiene el honor de comunicarlo a V. S. acompañandole los adjuntos impresos.

Nada a llenado de tanto gozo a esta Corporación como las virtudes que ha manifestado este heroico pueblo en medio de los transportes de alegría y de las festivas aclamaciones con que ha celebrado su libertad.

Nuestra dicha será colmada si todos los pueblos que comprende la demarcación de este reino, unen sus votos a los nuestros para procurar la felicidad general por principios justos de igualdad; y espera este Ayuntamiento que estrechándose nuestros antiguos vinculos aplauda V. S. los procedimientos de Guatemala. Dios guarde a V. S. muchos años. Sala Capitular de Guatemala, Septiembre 17. 1821. Año 1ro. de su independencia.

Dr. Mariano Larrave, Saturnino del Campo y Ariza. L. Antonio Robles. José Antonio de Larrave. Raimundo Quiñónez. Jn. Anto. Español. Carlos de Avila. José Petit. José Ma. Cárdenas. José Gerónimo Clavera. Isidoro del Valle Castriciones. Manl. Schez. de Paredes".

La proclama de "un patriota" fechada en Guatemala el 23 de septiembre de 1821, y que fue enviada a las autoridades de las provincias para que fueran conocidos sus términos patrióticos, dice en su parte final:

"Guatemaltecos: que este día de gloria y de placer, el 1ro. de nuestra existencia política, sea el de la unión de todas las voluntades: que el acto augusto de proclamar nuestra independencia se consigne para siempre en nuestros anales como el de la alianza y fraternidad general; que desaparezcan los resentimientos y las desconfianzas. Va a reunirse el congreso constituyente, y mientras tanto el gobierno popular, un gobierno justo, está encargado de nuestra seguridad; auxiliémosle para la conservación del orden, de la paz y de la unión; y el Ser supremo, protector de la libertad, bendecirá una revolución formada con arreglo a sus eternas leyes".

Esta proclama sirvió en las provincias para dar seguridad de paz y de orden, al propio tiempo que invitaba a la unión. Fue un verdadero acierto de un patriota.

Arturo Valdés Oliva
Breves apuntes sobre la Independencia
Editorial "José de Pineda Ibarra"
Ministerio de Educación Pública
1969

1. Esta curiosa Acta, también conocida como el "Acta de los Nublados" reconoce la independencia de las provincias de Nicaragua y Costa Rica, primero de Guatemala "que parece se ha eregido soberana", y luego del gobierno español "hasta tanto se aclaren los nublados del día"... esto quiere decir, según algunos historiadores, que reservaban su proceder a la reacción de las fuerzas armadas españolas, es decir que si España reaccionaba enviando tropas ellos volverían a ser colonias españolas.  

se adjunta transcripción del Acta de los Nublados

28 de septiembre de 1821

A LOS HABITANTES DE LA PROVINCIA DE NICARAGUA Y COSTA RICA

Nuestra diputación provincial e ilustrísimo prelado, en vista de los sucesos que han tenido lugar en Guatemala el quince de los corrientes, se han reunido y deliberado sobre acaecimientos de tanta entidad y trascendencia, extendiendo los siguientes acuerdos:

1ro.    La absoluta y total independencia de Guatemala, que parece se ha erigido en soberana.

2do.   La independencia del gobierno español, hasta tanto que se aclaren los nublados del día y pueda obrar esta provincia con arreglo a lo que exigen sus empeños religiosos y verdaderos intereses.

3ro.   Que en consecuencia continúen todas las autoridades continuadas (sic) en el libre ejercicio de sus funciones con arreglo a la constitución y a las leyes.

4to.   Que se tomen las medidas más eficaces para la conservación del orden y sostenimiento de los funcionarios públicos, prestándoles el más eficaz auxilio, en la inteligencia de que el gobierno castigará severamente a los perturbadores de la tranquilidad pública y desobedientes a las autoridades.

5to.  Que se publique por bando este acuerdo, comunicándolo a toda la provincia para su inteligencia y observancia, anunciandosele que sucesivamente se proveerá a los puntos dignos que oportunamente se tomarán en consideración, sin omitir trabajo ni fatiga por el bien religioso y civil de estos habitantes, que tantas pruebas de confianza han dado a las autoridades.

Lo que se publica para la debida inteligencia notoriedad y cumplimiento.

Dado en la Sala de sus sesiones. En León, a veinte y ocho de septiembre de mil ochocientos veinte y uno.- Miguel Gonzalez saravia.- Fr. Nicolás Obpo. de Nicaragua.- Vicente Agüero.- Juaq. Arrechavala.- Domingo Galarza.- Manl. López de la Plata.- Pedro Portocarrero.- José María ramírez.- Agn. Gutiérrez Lizaurzabal.- Pedro Solis.- Juan Franco. Aguilar, Secretario.

domingo, 22 de septiembre de 2013

Gabino Gaínza (Presidentes de Guatemala)


Gabino Gaínza

GABINO GAÍNZA
(Presidentes de Guatemala)

La ambición suele llevar a los hombres a ejecutar los menesteres más viles: por eso para trepar se adopta la misma postura que para arrastrarse.
-SWIFT

Título: Capitán General de las Provincias Unidas del Centro de América.
Período: Del 15 de septiembre de 1821, al 23 de junio de 1822.  
Duración en el Cargo: 9 meses 8 días.

Procedencia

Gabino Gaínza era de origen español, nació en Vizcaya, (País Vasco) el 20 de Octubre del año 1768.

Como persona poco notable, su niñez y su juventud permanecen ignoradas.

Cargos fuera de Guatemala

Los datos que de él se tienen son pocos y sin mayores talles.

Sirvió militarmente en la guarnición de la Plaza de Orán, África.

Desempeño el cargo de asistente del Bloque de Gibraltar. Se le mandó a reforzar la Plaza de la Mobila que, en aquella época era colonia inglesa.

Durante cuatro años desempeño el cargo de secretario en la Inspección Militar de Perú.

Estuvo más o menos 8 años como agregado al Regimiento Real de Lima.

Después sirvió la Comandancia Militar del Partido de Chocay.

Estuvo encargado de la defensa de Trujillo, cuando España entro de nuevo en guerra con Gran Bretaña.

En el año 1796, se le denunció ante la Inquisición de Lima Perú, por profesar ideas avanzadas sobre moral y poseer libros de los enciclopedistas franceses, por lo que se vio en difícil situación, pero cambió de parecer y se reconcilió con la Santa Inquisición.

Estando en Perú combatió como subalterno a los independentistas en el Alto Perú, hoy Bolivia.

Esta acción le valió el ascenso a brigadier, y después el virrey de Perú, Fernando de Abascal, le confirió en 1814, el mando en jefe del Ejército Real de Chile, en donde tuvo un fracaso lamentable contra los patriotas chilenos, que luchaban por obtener su independencia.

Derrotado en El Membrillar firmó un humillante tratado con los insurgentes, llamado Tratado de Lircay, en donde reconocía la independencia y se comprometía a evacuar el territorio. Además, a su ejército lo llamó nacional y no real como correspondía.

Se dice que se atrevió a proponer al jefe de los independentistas de Chile, Bernardo de O´Higgins, que dividiesen aquel territorio para repartirse sus respectivos mandos.

Prisionero

El virrey de Perú, Fernando de Abascal, indignado, mandó a detenerlo por haber firmado el Tratado de Licay y lo sometió a un consejo de guerra. Estuvo preso en Valparaíso durante dos años por traición y cobardía.

Servicios en Guatemala

En el año 1820, fue enviado a la Capitanía General de Guatemala en calidad de subinspector general del ejército de la Colonia en Guatemala. En ese entonces el capitán general era Carlos Urrutia y Montoya.

Simeón Cañas, conociendo la volubilidad de su carácter que era apropiado a los intereses de los independentistas de Centro América, el 13 de julio de 1820 obligó al capitán general Urrutia y Montoya a que delegara el cargo en el brigadier Gaínza.

Capitanía General

En marzo de 1821, Urrutia y Montoya depositó el mando de la Capitanía General en manos de él, hombre voluble y sin opinión, persona que necesitaban los patriotas que luchaban en pro de la libertad de Centro América.

Plan de Iguala
Pocos días después de haber asumido el cargo, siendo el 9 de marzo del mismo año, le llegó la noticia de la proclama por Iturbide del Plan de Iguala.(1) Conducta que censuró acremente tildando a Iturbide como hombre infiel, ingrato y ladrón, por haber robado medio millón de pesos.

Días anteriores al 15 de septiembre de 1821, estaba inseguro e indeciso por el movimiento de independencia que se operaba.

Esta situación de Ganinza fue aprovechada por un grupo de influyentes que lo lisonjearon, ofreciéndole la permanencia en el poder como primer ministro de la Nación, Halagado con dicha propuesta, cuando llegó la horade las decisiones, no se opuso y cedió el camino.

Así fue como se convocó a una asamblea para el 15 de septiembre de 1821, fecha en que se levantó el Acta de Independencia.

Ya en la Asamblea, Gaínza pidió que el juramento a la Independencia de Centro América se arreglara al Plan de Iguala y a los Tratados de Córdoba para ligarnos a México, pero la mayoría de asistentes gritó que querían la independencia absoluta. Viendo que no podía salirse con su deseo trató de retirarse del salón en donde se realizaba la Asamblea, pero un ciudadano del pueblo llamado José Rodilla, lo tomó del brazo amenazadoramente y lo conminó a que no saliera del salón y que jurara, porque caería allí mismo, al golpe del puñal de los patriotas.

Cuando repicaron las campanas y se escucharon los estruendos de las cámaras, quemadas por don Basilio Porras y dirigidos por doña Dolores Bedoya, tembló el salón del Palacio y temblaron espantados los españoles.

Fue nombrado capitán general de las cinco provincias, con un sueldo de diez mil pesos.

Acordó que la moneda de la nueva República llevara la leyenda siguiente: "15 de Septiembre de 1821, General Gaínza".

El 28 de noviembre de 1821, comunicó a Iturbide que Guatemala se uniría a México bajo el Plan de Iguala, porque esta nación era impotente para gobernarse por sí sola. Iturbide a estas alturas, era para Gaínza un ídolo y un héroe libertador.

El 30 de noviembre de 1821 hubo una manifestación integrada por patriotas a inmediaciones de la iglesia de San José, gritando: ¡Viva Guatemala libre! en oposición  a la anexión a México; pero un pelotón de soldados a mando de Mariano Larrave (uno de los alcaldes) y el otro alcalde  que no acompañaba que era el licenciado Antonio Robles, descargaron sus fusiles sobre ellos, habiendo asesinado a varios ciudadanos, entre los que se mencionan a Mariano Bedoya y a Ramiro Mida. Primera sangre derramada después del 15 de septiembre de 1821, siempre por la lucha de la independencia absoluta.

Al día siguiente del asesinato de los patriotas, don Mariano de Aycinena simuló un tumulto popular en el barrio de San Sebastián, para llegar con este pretexto a la Plaza de Armas a pedirle al capitán general la expulsión de 18 personas, las más notables que resistían la anexión a México. Cosa que no se atrevió a realizar Gaínza.

En el mes de febrero de 1822 se acordó la incorporación de Guatemala al territorio de México.

Como El Salvador no aceptó la anexión a México, Iturbide mandó al general Filísola a Guatemala con 600 hombres para someter a los salvadoreños. Además para que se hiciera cargo del mando político y militar de las cinco provincias.

Gaínza, obediente, entregó el mando al general Filísola y se dirigió a México, para estar presente a la hora de la coronación de Iturbide, de quien quedó como simple ayudante sumiso.

Rasgos Personales

Era de carácter voluble. Se acomodaba a las circunstancias. Trataba de guiarse por sus intereses. Se amoldaba a sus conveniencias personales. Era un hombre versátil y tornadizo. Indeciso en los campos de batalla. Hombre sin opinión. Inseguro en las decisiones. Traidor a su patria. Desleal a Guatemala.

Huida

El 2 de diciembre de 1823 fue destituido Iturbide del Imperio Mexicano, por lo que Gaínza tuvo que huir, desapareciendo sin dejar rastro alguno.

Años más tarde se supo que murió en México hundido en la mayor miseria.

Ernesto Bienvenido Jiménez
Ellos, Los Presidentes
Editorial "José de Pineda Ibarra"
Ministerio de Educación Pública
1981

1. El Plan de Iguala (1821), también conocido como el Plan de las Tres Garantías (Plan Trigarante) fue proclamada el 24 de febrero de 1821, en ​​la etapa final de la Guerra de la Independencia de México. El plan fue un intento para establecer una base constitucional para un Imperio mexicano independiente. El Plan de Iguala se proclamó de la ciudad de Iguala, en el estado actual de Guerrero.

El Plan de Iguala trataba aspectos referentes a la Religión, Independencia y Unión de México, por eso es llamado también "Plan de las Tres Garantias". El Plan de Iguala tenía tres objetivos principales:

-Definición del catolicismo como la religión nacional de México.
-Una declaración de la independencia de México del Imperio Español.
-Igualdad social de todos los grupos étnicos y sociales en el nuevo país.

El Plan de Iguala declaraba que México debería convertirse en una monarquía constitucional, teniendo como modelo a las monarquías europeas de la época, cuya corona sería entregado a Fernando VII de España, en primer lugar, o a cualquier príncipe europeo. Para gobernar al nuevo país hasta la llegada de un príncipe que ocupase el trono del Imperio Mexicano, el plan proponía la creación de una Junta de Gobierno, y posteriormente de una regencia que se encargue de gobernar el país hasta la elección de un nuevo emperador.

El Plan de Iguala aseguraba también la igualdad de todos los habitantes de México, concediendo igualdad de derechos y justicia en todos los aspectos de su vidas.

Las dos principales figuras detrás del Plan de Iguala fueron Agustín de Iturbide (quien se convertiría en el primer emperador de México) y Vicente Guerrero, líder insurgente y más tarde presidente de la República de México. Fue formado el Ejército de las Tres Garantías, como garante de los ideales establecidos en el plan de Iguala, se origino en la fusión de las fuerzas militares lideradas por estos dos hombres. El 24 de agosto de 1821, Agustín Iturbide y el virrey español Juan O'Donojú firmaron el Tratado de Córdoba, ratificando el Plan de Iguala, confirmando así la independencia de México.

Fuente:

sábado, 21 de septiembre de 2013

El Genio de la Libertad, 15 de Septiembre de 1821

El Genio de la Libertad del
15 de septiembre de 1821

TRANSCRIPCIÓN DEL DIARIO "EL GENIO DE LA LIBERTAD"
DEL 15 DE SEPTIEMBRE DE 1821

Núm. 17                                                                                                                                    Fol. 129

EXTRAORDINARIO

EL GENIO DE LA LIBERTAD

SÁBADO, 15 DE SEPTIEMBRE DE 1821

____________________________________________


DÍA 14

Anoche llegó el correo de la carrera de Oaxaca, y ha traído las noticias siguientes:

Un batallón de los independientes de Oaxaca vino sobre Tehuantepeque a hacerle jurar la independencia, según se verificó. Los gobernantes habían resistido esta determinación.

A imitación de Tehuantepeque la capital, y provincia de Ciudad Real la ha jurado también, con paz, con mucho júbilo, y sin ninguna efusión de sangre.

Se dice que hay en México una división de cinco mil hombres destinada con el mismo objeto para Guatemala.

Ciudad Real ha remitido pliegos a esta diputación provincial, y Ayuntamiento. Desde luego se dirigirán a invitar a estas corporaciones a seguir su ejemplo.

¡Guatemaltecos! ¡Unión, prudencia, humanidad!  ¿Podremos recomendar demasiado estas virtudes? Que nuestra independencia lleve consigo su noble carácter,  ¡Amigos europeos! Nuestra libertad se aproxima. ¿Queréis disfrutar de ella con vuestros hermanos de Guatemala? Nada os lo impide. ¿No queréis? Dejadnos en paz, id a gozar vuestros bienes con tranquilidad adonde os convenga, y estéis gustosos. No exigimos de vosotros que nos améis, y cooperéis a nuestra felicidad. ¡Oh, cuánto os amaríamos si lo hicieseis! Sólo os pedimos no os opongáis imprudentemente a ella. Yo bien sé que si fuerais más poderosos que nosotros nunca habría llegado el caso de poderos invitar a la paz, y que esta misma mano que forma hoy caracteres en favor de ella, acaso ya no existiera; pero ¿cuál es la divisa del liberalismo? La humanidad. Queremos conseguir nuestra independencia: tenemos derecho a ello. Seremos de cualquier modo independientes. No obstante, si caminásemos todos de acuerdo, de suerte que nadie le pudiese costar una lágrima, ¿no sería éste el día más glorioso para nosotros? ¡Guatemaltecos, europeos y criollos! ¡Unión, prudencia, humanidad! -Hasta aquí bajo la dependencia.

DÍA 15

¡VIVA LA LIBERTAD! ¡VIVA LA INDEPENDENCIA!
¡VIVA EL NOBLE PUEBLO DE GUATEMALA!

¿Es posible, amada patria mía, que mis ojos os hayan visto independiente? ¡Oh placer soberano! ¡Oh gloria incomparable a otra cualquiera gloria!

El M. I. S. Jefe superior político don Gabino Gaínza reunido a la Excma. diputación provincial, abrió los pliegos remitidos por el Sr. Intendente de Ciudad Real en que éste le comunica los motivos, el modo y forma en que se juró la independencia de aquella provincia. Su Exca. convocó una junta numerosa para el día de hoy a efecto de consultar a puerta abierta, con un concurso numeroso del pueblo. La pluralidad de votos de la junta estuvo por jurar la independencia, la voz y aclamaciones del pueblo todo, decidieron el acto en el momento. Juró defenderla hasta con la última gota de su sangre. Juró obedecer las autoridades constituidas, y respetar la seguridad de las personas, sin distinción de origen, y las propiedades. El mismo juramento hizo el Exmo. señor jefe político, y a continuación se paso a dar gracias al Supremo Protector de la libertad de los pueblos con un solemne Te Deum.

La Exma. Diputación provincial presidida de su Exma. continuará gobernando, ínterin que las demás provincias siguiendo el ejemplo de ésta determinan mandar sus diputados a un Congreso constituyente que de ellos debe formarse para decidir acerca del gobierno que conviniere adoptar en lo sucesivo. ¡VIVA EL SOBERANO PUEBLO GUATEMALTECO! ¡VIVA SU LIBERTAD E INDEPENDENCIA!



GUATEMALA
Por Dn. Ignacio Beteta(1)


M. I. S.    Muy ilustre señor
Exma/o     Excelentísima/o
Exca.        Excelencia

1. dueño de la imprenta, pero los artículos fueron redactados por el doctor Pedro Molina.

Don José Francisco Barrundia (Prócer de la Independencia)

José Francisco Barrundia
JOSÉ FRANCISCO BARRUNDIA
(Prócer de la Independencia)

Nació el 12 de mayo de 1787 en la ciudad de Guatemala. Hijo de don Martín Barrundia y de doña María Teresa Zepeda y Coronado.

Estudió en el colegio Tridentino; se graduó de bachiller en 1803 y años más tarde ingresó al batallón Fijo como alférez del escuadrón de Dragones. Después fue electo regidor del Ayuntamiento, y en ese cargo edilicio se hallaba cuando se registro la conjuración de Belén en el año de 1813. Siendo él uno de los conjurados tuvo que ocultarse al ser denunciada la conspiración porque otros ya habían sido encarcelados. Sin embargo, fue juzgado en ausencia y sentenciado a la pena de garrote. Estuvo oculto durante cinco años. Ya libre, por indulto, trabajo intensamente por la Independencia. Colaboró en los periódicos El Editor Constitucional y El Genio de la Libertad. En la noche del 14 de septiembre de 1821 recorrió varios barrios de la ciudad, invitando al vecindario para que asistiera a la sesión en el palacio el día siguiente. Después, fue de los pocos próceres que combatieron la unión a México, y sin duda el que más lucho con gran entereza en el congreso para que salieran del país las fuerzas mexicanas "de protección" que mandaba el brigadier Filísola.

Sirvió a Guatemala en diferentes e importantes cargos públicos. 

Murió en la ciudad de Nueva York, el 4 de agosto de 1854.


LA REGIA FIGURA DEL PRÓCER DON JOSÉ
FRANCISCO BARRUNDIA 

Entre los próceres de la independencia de Centro América vemos en don José Francisco Barrundia, el varón de recia personalidad que sabe imponer su opinión en los círculos que frecuenta, y también, como funcionario, sabe hacer que lo comprendan cuando frunce el ceño en demostración de inconformidad por aquello que no se ajusta a sus disciplinas de hombre austero, pero justo.

La vida de este prócer a sido descrita de diferentes maneras en libros, folletos, artículos publicados en periódicos y revistas, y seguramente con mayor apasionamiento en los discursos de ocasión en los que han sido abundantes las frases laudatorias o los términos recriminatorios conforme el criterio -liberal o conservador- del individuo cumplidor de una encomienda o consigna en el estrado o la tribuna. Sin embargo, en estos tiempos ya alejados de aquellos en que la pasión partidista dominaba, imponiéndose y alterando la verdad sobre las actuaciones de los hombres de la Independencia, se coloca en el sitio que merece a don José Francisco Barrundia.

Don José Francisco nació en la ciudad de Guatemala el 12 de mayo de 1787. Fueron sus padres don Martín Barrundia y doña María Teresa Zepeda y Coronado, La fe de su bautismo está registrada en los libros de la parroquia de El Sagrario, y expresa:

"En el año del Señor de mil setecientos ochenta y siete en diez y seis días de mayo el señor Dr. Dn. Juan de Dios Juárros maestrescuela de esa santa iglesia hizo los exorcismos, puso el Santo Oleo y Chrismas y Bautizó solemnemente a un infante que nació el día doce del corriente mes  a quien puse por nombre José Francisco María Pedro Regalado Juan Nepomuceno del Santisimo Sacramento, hijo legitimo de Dn. Martín Barrundia y de doña Teresa Zepeda; fue su padrino Dn. Ignacio de Zepeda su Abuelo y por que conste lo firmó dicho señor con el cura semanero. Juan de Dios Juárros. Mariano Izaguirre".

Sus estudios de bachillerato los hizo Barrundia en el Colegio Tridentino hasta el año 1802; y el 19 de febrero de 1803, se examinó y se graduó de bachiller, en un acto presidido por el rector de la Universidad de San Carlos, doctor José Simeón Cañas. Tiempo después fue nombrado alférez del escuadrón dragones milicianos de la metrópoli, y se ha escrito que como tal se servía en el batallón Fijo en el año de 1813, cuando se registró la frustrada conspiración de Belén. Fue uno de los elementos mencionados en las juntas del convento betlemita y en la casa de otro conjurado, don Cayetano Bedoya. Al registrarse el fracaso de la conspiración, Barrundia logró ocultarse y evadir la persecución de las autoridades durante el prolongado período de cinco años. Estaba sentenciado a morir por la pena de garrote. No obstante, en esa época para él azarosa, se instruyó en el conocimiento de los idiomas francés e inglés, los que hablaba correctamente. Por el indulto del 2 de mayo de 1818, recobró la libertad.

Fue un varón de carácter violento. Amaba la libertad y la justicia en tal forma, que cuando se trataba de defenderlas no reparaba en los riesgos de su actitud. Como escritor  y tribuno se distingió en su época, considerándosele como el más fogoso. Se apreciaba en él al cuidado de recio carácter, aunque su trato era afable y cordial. Carecía de ambiciones personales, no era partidario de los grandes honores.

En unión del doctor canónigo José María de Castilla, del doctor Pedro Molina y los señores Juan Montúfar, Marcial Zebadúa y José Beteta, fue miembro de la Tertulia Patriótica de la cual era jefe el doctor Castilla. Como afiliado al partido Caco, fue uno de los elementos que en la noche lluviosa del 14 de septiembre de 1821, llamarón en muchas puertas haciendo la excitativa de asistir a la junta del día siguiente en el palacio y dar vivas a la independencia. Los otros varones que esa misma noche se empeñaron en tan importante actividad, fueron el doctor Pedro Molina y don Mariano de Aycinena.

Su intensa labor patriótica quedó impresa en los periódicos en que colaboró: El Editor Constitucional, La Oposición, El Genio de la Libertad, El Amigo del Pueblo y otras publicaciones. En conceptos que expresan su satisfacción, dice Barrundia en el primer numero de El Editor Constitucional, de fecha 24 de julio de 1820, lo que correspondía expresar a un varón que anhelaba que fuese restituida la libertad de imprenta:

"Después de un espantoso silencio de seis años en que yacía la nación encadenada, vuelven por último a resonar en ambos hemisferios las voces de la libertad y de la patria. Millares de aclamaciones al valor ciudadano se reúnen al son sublime que abate la tiranía. El lenguaje nacional se eleva, designa la marcha de la libertad y del gobierno, traza los caracteres de la servidumbre, pone a toda luz los derechos de la humanidad, pinta al hombre público, al faccioso, al opresor, al siervo y al esclavo..."

Y en el número 3 de dicho periódico, de fecha 2 de agosto de aquel año, se refiere al mismo tema de la libertad, como sigue:

"...Veis aquí la época de los liberales que en muchos hombres sacrificados a la patria se asimilan con el público y se olvidan de sí mismos, la libertad este germen celestial de gloria, de virtudes y de prosperidad es lo que agita sus almas con fuerza extraordinaria... La libertad es la que les sirve de norma; todo lo que se arregla por ello, todo lo que la muestra y la reproduce con más intensidad, tiene sanción más augusta y da la satisfacción más llena al hombre liberal. Ella es la antorcha que los guía por entre los repligues del corazón y por entre las tinieblas de las instituciones antiguas para buscar las materias que le son análogas y establecerlas sólidamente en su país...".

La sinceridad de Barrundia como antianexionista quedó demostrada en los términos de la polémica que sostuviera con el brigadier Vicente Felísola, jefe de las tropas mexicanas de ocupación, en los días finales de la permanencia de esas tropas en la ciudad de Guatemala. Y asimismo, porque anteriormente, y en unión de los próceres doctor Pedro Molina y licenciado José Francisco de Córdova, se distinguió como defensor de la independencia absoluta en sus gestiones ante la Junta Provisional Consultiva.

Curiosa y con descripciones importantes aparece para el investigador la anotación que se halla al margen de la partida de bautismo de Barrundia. Se trata de un resumen bastante acertado aunque no completo, sobre la vida y actividades del prócer, sin que se sepa quién fue el autor de esa anotación, aunque se supone debió ser algún clérigo que manejó el libro de bautismos parroquiales, Dice sobre Barrundia:

"Político, escritor revolucionario, orador fogoso y vehemente; comenzó la carrera de las armas entrando al Batallón Fijo, con promoción a oficial, al servicio del gobierno español; conspiró contra éste en las Juntas de Belén (1813) y se sustrajo al castigo ocultándose por largo tiempo; acogido a un indulto se pronunció vigorosamente por la independencia el 15 de septiembre de 1821; diputado al Congreso se distinguió en el partido liberal avanzado; miembro del poder Ejecutivo, Senador; opositor hasta 1829 en que ejerció interinamente la presidencia; rehusó la jefatura del Estado de Guatemala; federalista desde el principio; hizo a Gálvez violenta oposición y apoyado en las fuerzas de Rafael Carrera derrocó al Gobierno en 1838; emigrado algún tiempo al servicio de los otros Estados, volvió a Guatemala y trabajó contra Carrera, Barrundia abandonó el país, estuvo representando a los Estados en Washington. Murió en EE. UU. en 1854".

De los sueldos que devenga como presidente interino de la Federación -junio de 1829 a septiembre de 1830- y como diputado, donó siete mil pesos para el ramo de Educación Pública. En el año de 1813 era miembro del ayuntamiento de la capital. En las actas capitulares aparecen constancias de sus diversas e interesantes iniciativas en pro del desenvolvimiento de los negocios municipales. Dejó de servir como regidor cuando se iniciaron las persecuciones contra los conjurados de Belén, en el mes de diciembre  de 1813, aunque Barrundia todavía asistió al Ayuntamiento el 12 de enero de 1814; se habían demorado las ordenes de captura en su contra porque las autoridades tenían especial interés en detener, sin excepción, a todos los religiosos que se habían congregado en el convento de Belén para concertar con elementos civiles y militares un movimiento revolucionario. Así, en la noche del 21 de diciembre de 1813,

"... se presentó sorpresivamente en Belén el capitán Antonio del Villar, con buen número de soldados y asistido por el presbítero Cristiano Tejeda, comisionado por la autoridad eclesiástica, y por un secretario; apresó al superior del convento, al doctor Ruiz, a fray Manuel de San José y a los paisanos José Ruiz y Manuel Aiz. Esa noche y al día siguiente fueron detenidos los Bedoyas, Dardón, Díaz, Yúdice y otros promotores denunciados, provocando Bustamante deliberadamente la alarma del vecindario, con ostentoso aparato que tenía por objeto intimidar a los patriotas, sabedor de que eran muchos más los complicados e incontables los vecinos que albergaban ideas autónomas e intenciones sediciosas".

Barrundia no se ocultó de inmediato, sin duda porque creía que no seria denunciado. Y aparentando mucha tranquilidad, sin infundir sospechas, atendía sus ocupaciones habituales, hasta el 12 de enero en que vio llegar el momento de peligro, y desapareció, sin que hubiese quién informara de su paradero.

Lo que siguió contra el hombre perseguido, ya se sabe. Barrundia no salió de la ciudad. Estuvo oculto en diversas casas, de amigos suyos o de sus familias. Varios hogares supieron de la intranquilidad, de los temores derivados de la protección al amigo perseguido por la justicia, sentenciado a la pena de muerte por garrote, pena dictada por el auditor de guerra Antonio del Villar, sin haberse oído al reo, con la sola base de lo expuesto en las denuncias hechas al presidente del Reino.

Ya en la hora de la libertad, cuando le favoreció el indulto, Barrundia, en todos los cargos que sirvió supo destacar su personalidad, su gran amor a la patria, su desinterés, su clara visión de cuanto le rodeaba.

Falleció en la ciudad de Nueva York el 4 de agosto de 1854. A sus restos repatriados se les dio sepultura en la iglesia de Santa Teresa. Y en el año de 1913 se trasladaron al cementerio general, depositándoseles en el sitio donde fue erigido un monumento a su memoria.

Tumba de José Francisco Barrundia
Arturo Valés Oliva
Breves apuntes sobre la Independencia
Editorial "José de Pineda Ibarra"
Ministerio de Educación Pública
1969

martes, 17 de septiembre de 2013

La Conjuración de Belén de 1813



LA CONJURACIÓN DE BELÉN DE 1813

Cuando se estudian los hechos de nuestra independencia vemos que uno de los sucesos más transcendentales registrados en la ciudad de Guatemala en los últimos años del período colonial fue el conocido con el nombre de la conspiración de Belén, denunciada en el mes de diciembre de 1813, las personas que se habían comprometido , bajo juramento, a poner en marcha un plan revolucionario para deponer a las reales autoridades e independizar a la provincia, además de reunirse en el convento de Belén lo hacían con el mismo propósito en la casa del doctor Pedro Molina y en la del cuñado de éste, don Cayetano Bedioya.

Hizo fracasar el plan conspirativo la denuncia de uno de los juramentados. Prudencio de la Llana. En el movimiento planeado estaban comprometidos algunos elementos del batallón Fijo y de las Milicias Caribes acuarteladas en la capital. su ejecución debería realizarse el 24 de diciembre, y como paso seguido a la toma de los cuarteles, sería capturado el capitán general Bustamante y Guerra, se pondrían en libertad a los presos de Granada y se haría la proclamación de la Independencia.

La de Belén fue una conspiración de grandes alcances en sus proyecciones; y aunque algunos historiadores han dudado de que entre los conjurados hubiese existido la pretensión de adueñarse de las armas para los fines independentistas hechos bajo juramento, los conceptos que aparecen en el juicio, del auditor de guerra, Juaquín de Ibañez, si se refieren claramente a este propósito de los conjurados, cuando dice en su dictamen de fecha 12 de julio de 1814: "...La infidencia por espías, o de otra forma, qe. ataque y ofenda directamente los medios de defensa, e inutilice los esfuerzos de las armas sera privativamente del conocimiento de la jurisdicción militar. ¿Y la infidencia o la conjuración de qe. se trata y conoce la Capitanía Gral. no tuvo por fin directo y primario la conjuración  Comandantes, Oficiales y Tropa? Lease el parte que se dio a V.E. descubriendo los horrores que maquinaba en Belén la reunión de miserables obcecados. Entre otros sugetos (Dicen los autores de él) hemos conocido al licenciado Dn. Venancio López. Para dar el golpe de insurrección, se convidaba con engaños a Oficiales y Tropa de Fixo, Caballería, Caribes, y Artilleros; y se conspiraba contra la vida de V. E., el comandante, y otros varios oficiales de graduación qe. se señalan y se deberían prender por principio de la grande y descabellada empresa al momento convenido. -El Sargento Bargas, Silva, y los Cabos Solis y Laso, declaran conformemente.- Y el plan de conspiración del día 24 de Dic. re. certifican que era un texido de seducciones de la Tropa de guarnición, junto con el intento de destruir y prender desde la inviolable persona de V. E. hasta el sargento último que guardase fidelidad al Rey y Constitución Española".

El 21 de diciembre de 1813, Bustamante y Guerra, al estar enterado de que en el Convento de Belén se reunían sediciosos para intentar una sublevación, dictó un auto para que el capitán Antonio Villar y su ayudante, Francisco Cáscara, apresaran a los religiosos de ese monasterio. En la acometida resultarían presos el doctor don Tomás Ruiz, y su hermano José; los hermanos Bedoya, don Cayetano y don Manuel; el teniente don Joaquín Yúdice; el sargento primero don León Díaz; don Andrés Dardón; y los frailes Manuel de San José y Juan Nepomuceno de la Concepción. Esta resolución fue comunicada por el alcalde del ayuntamiento el día 24. De ahí adelante, hasta el siguiente mes, otros resultarían apresados.

A la lista de cautivos se agregarían don Víctor Carrillo y don Benito Miquelena, frailes mercedarios; don Felipe Castro y don Rafael Aranzamendi, sargentos primeros del Batallón de Milicias; Manuel Ibarra y don Juan José Alvarado, empleados; don Mariano Cárdenas, agricultor; don José Ruiz, pasante de derecho; Manuel Tot, indio de Verapaz; y don Venancio López, abogado y síndico de la municipalidad. También se libró orden de captura contra el regidor José Francisco Barrundia, quien logró escapar.

Los cuadros de honor para los patriotas de la fallida conspiración de Belén son extensivos a muchos de ellos, especialmente los que pagaron con su vida el esfuerzo que pusieran por alcanzar la libertad.

Monumento a Manuel Tot,
Cobán, Alta Verapaz.
Entre ellos Manuel Tot, nacido el 3 de mayo de 1779, en la ciudad de Cobán, Alta Verapaz. Quien fungía como emisario entre las autoridades de su Verapaz nativa y la Capitanía General. 

El indígena verapacense murió en la cárcel. En las juntas de Belén había dicho que contaba con 15,000 indios de su región natal para utilizarlos en la causa de la independencia, y se comprometió a levantar las poblaciones verapaceneses. De esto se le acusaba.

Fue capturado en San Marcos cuando se hallaba enfermo. Había llegado a esa ciudad como fugitivo de las persecuciones. Al ser traído a la capital se le encerró en un calabozo, sin aire y sin luz, se le torturó hasta que finalizó su existencia el 11 de julio de 1815. Poco se ha dicho de este prócer de nuestra independencia, mereciendo tanto honor. Fue mártir de su ideal. Su último deseo fue ser enterrado con las cadenas puestas, como símbolo eterno de su búsqueda por la libertad de su patria.


MARTIROLOGIO DE LOS PATRIOTAS QUE 
CONSPIRARON EN BELÉN

El año de 1813 fue adverso para los ciudadanos que en esta capital alentaban con sus acciones determinantes la fe en la libertad. Porque es indudable que en el curso de ese año se estuvo planeando cautelosamente lo que debería hacerse para alcanzar la independencia de los pueblos centroamericanos, después de los reveses sufridos por los patriotas de San Salvador, en 1811; los de Granada, Nicaragua, en 1812; así como los de otras insurrecciones.

José de Bustamante y Guerra
Es seguro, porque no pudo ser de otra manera, que en los pasos que condujeron a la llamada conjuración de Belén  se adoptó una política de tanteos, de consultas secretas, a media voz, para impedir que la soplonería pusiera en alerta al drástico capitán general, don José de Bustamante y Guerra, personaje de muchas inquietudes e imbuido de los más grandes deseos de perseguir a quienes no estaba conformes con sus procedimientos dictatoriales. Y respecto a aquellos de quienes se sospechaba ser partidarios de la independencia, la prueba de la crueldad del gobernante podía ser apreciada en las cárceles, donde sufrían encierro, hambre y tormentos algunos de los hijos de Granada condenados a largas prisiones, otros habían sufrido la pena de destierro.

Se había llegado a la conspiración de Belén tras muchos tanteos; sin embargo, el 21 de diciembre de aquel año, las autoridades informaron de lo que se hacia en el convento betlemita, procedieron a la detención de los juramentados, porque uno de éstos, José Prudencio de Llana, informó a Bustamante del plan concertado por los patriotas. Ese plan , del cual no hay documento que lo pruebe, comprendía la sublevación del regimiento Fijo, captura del capitán general, abrir las puertas de las cárceles a los patriotas granadinos que el 8 de enero de 1812 se apoderaron del fuerte de San Carlos de Austria, en Nicaragua, y quienes después de luchar valientemente en su propia plaza, Granada, ante la superioridad de las fuerzas de la Capitanía General dejaron las armas, confiados en los términos de la honrosa capitulación que suscribieran, conforme a lo prometido.

Los conspiradores de Belén al ejecutar las acciones que se habían propuesto, bajo juramento, harían la proclamación de la Independencia. El plan estaba encomendado a los militares siguientes: alférez José Francisco Barrundia, capitán Juan Chac, teniente Joaquín Yúdice, sargento Arazamendi, León Díaz y Felipe Castro, y en él tomarían parte activa varios civiles y elementos del clero, éstos muy significados por su oposición al régimen imperante en la metrópoli.

Tras la denuncia del traidor de la Llana se inició con la mayor actividad la persecución de los conspiradores; y dio mérito para abrir proceso contra los juramentados de Belén "...la denuncia por escrito puesta por el teniente del batallón  de Fijo, don Mariano Sánchez y don José de la Llana", sabiéndose por esas denuncias que en el convento de Belén el doctor presbítero Tomás Ruiz "...hizo un discurso subversivo sobre opresión de los americanos por los europeos" y también dio lectura a un manifiesto de Morelos. Días después, el teniente Joaquín Yúdice envió "...un memorial a señor Capitán General, solicitando audiencia, y habiéndosele mandado exponer por escrito lo que se le ofreciere, lo verificó, manifestando que fue llamado al convento de Belén por el padre Prior, donde encontró al Doctor Ruiz, a D. Cayetano Bedoya, Fray Víctor Castrillo, D. Andrés Dardón, Manuel Tot, D. Juan Hernández y Fray Manuel de San José que hacían guardias a la puerta. Que allí trató del proyecto de revolución, que todos hablaban, que nadie se entendía , y acordándose por último que volverían a reunirse con el mismo motivo, a disponer para el caso a algunos oficiales; sobre cuyos particulares se trató de jurar ante los Santos Evangelios...".

Los tenientes Rafael Ariza, Mariano Sanchez y el sargento Benito Rodríguez también denunciaron a las autoridades lo tratado en Belén, Se supo que León Díaz fue "...uno de los que formaban el partido que reclutaba gente para llevarla a Belén y atraerlos para la conspiración... ofreció facilitar las armas y municiones de su cuartel".

Doctor Presbítero Tomás Ruiz
El arzobispo de Guatemala, fray Ramón Casaus y Torres, dictó dos sentencias contra el doctor presbítero Tómas Ruiz; la posterior, de fecha 21 de noviembre de 1814 "...en que por sospechas de infidente y subversivo lo condena a destierro perpetuo de esta diócesis"; la anterior, de fecha 4 de abril de 1813, "le suspende e inhabilita para todo beneficio eclesiástico, separándole perpetuamente de este arzobispado y encargando a su Diocesano, que lo es el R. Obispo de Nicaragua su encierro en un convento o su remisión a la península, por su embriaguez e indicios de ser un detractor de las primeras autoridades de este Reino".

Debe prestarse atención al hecho de que al doctor Tomás Ruiz es al que se persigue, enjuicia y juzga con mayor drasticidad en los relacionado con los sucesos de Belén. Y esto parece ser porque el arzobispo no estaba conforme o no había olvidado lo ocurrido antes de las juntas de Belén, cuando la comisión integrada por los ediles Barrundia y Poggio visitaron por comisión del Ayuntamiento todas las cárceles, inclusive las de carácter religioso. se trataba de una disposición legal a la que debía darse cumplimiento cada seis meses. "Antes de la primera visita, el Ayuntamiento le preguntó al arzobispo si tenía algún religioso bajo prisión; contestó que no. Al investigar, sin embargo, la comisión concejil averiguó que esto no era cierto y que los presos religiosos se quejaban de las arbitrariedades del arzobispo. Uno de ellos era el doctor Tomás Ruiz...". Algo peor ocurrió al practicarse la segunda visita del año a las cárceles. Preguntando al arzobispo negó tener presos. Pero el medio capitalino era tan reducido que se sabía que el doctor Ruiz estaba bajo prisión. Barrundia y Poggio supieron cumplir con su cometido, encontrando "que nada se había hecho para mejorar la condición de los presos; al contrario, Ruiz les informó que había otro religioso encarcelado arbitrariamente por el arzobispo... Por segunda vez, el ayuntamiento guatemalteco, le avisó al arzobispo que hiciera justicia con sus presos, en efecto, le decían al jefe religioso que había mentido", y se desató la ira del ilustre prelado.

Arzobispo de Guatemala
Fray Ramón Casaus y Torres
Fue entonces cuando el señor Casaus y Torres dijo que el Ayuntamiento estaba violando el fuero eclesiástico, y que lo había insultado. Que el caso del doctor Ruiz era disciplinario. Que eran muy conocidos los "muchos escándalos que aún antes de mi llegada a esta ciudad ha dado este eclesiástico con sus continuas embriagueces, y el riesgo y falta de seguridad que por tanto han corrido las personas en cuyas casas ha vivido y comunicado". Que si el Ayuntamiento buscaba la tranquilidad, "no instaría con tanto empeño ni calificaría por infeliz preso al doctor Ruiz, que se haya en uno de los conventos de mayor aceptación y nombre en esta capital, con todo el desahogo, auxilios y socorros que tiene y goza el prelado de él, y de que el doctor Ruiz no ha disfrutado en el siglo". Agregaba en su carta este desaire: el Ayuntamiento podría mandarle los oficios que quisiera, pero que se abstuviera de mandar "los que no le corresponden". Y con estos antecedentes fue como se extremaron los rigores para juzgar al doctor Ruiz por lo de las juntas de Belén, en las que realmente sí tomó parte con otros religiosos.

All ser detenido fray Víctor Castrillo fue también suspenso en sus labores eclesiásticas, recluyéndosele en el convento de la Merced, en el mayor aislamiento. Fray Benito Miguelena estuvo preso en las cárceles de Chiquimula y en 1818 pidió su traslado a las de Guatemala; tanto él como fray Juan de la Concepción lograron fugarse de la prisión después de sometérseles a muchos careos. Poniéndose en fuga, lograron evadir la acción judicial don José Francisco Barrundia y otros dos conjurados e Belén, Manuel Ibarra y Mariano Cárdenas. Manuel Tot, murió en la cárcel. Este ciudadano había prometido enrolar a los indios de su tierra, Verapaz, en la causa revolucionaria. Otro conjurado de Belén, Andrés Dardón, pidió en el año 1818 al auditor de guerra que se le permitiera que lo visitara un médico en la prisión, que se le retiraran los grillos y cadenas y que se le dejase tomar un poco de sol. Al síndico municipal, licenciado Venacio López, se le amplió su arresto por plantear la competencia del capitán general para conocer en la causa de los conspiradores de Belén. En el mes de junio de 1814 fue presentado al juez 1ro. constitucional el escrito que dice:

"El Lic. D. Venancio López como más haya lugar ante usted digo: qe. el domingo en la noche se me trasladó al cuartel de los Chiquimulas y se me ha estrechado la comunicación, hasta echar llave en la pieza donde estoi, sin embargo de mantenerse un centinela a la puerta. Esto me impide seguir la declaratoria qe. tengo puesta en ese Juzgado, y que sin duda dio motivo a la incomunicación qe. experimento...".

Este Mártir de la libertad fue de los conjurados de Belén que más padecieron durante el prolongado periodo de tiempo en que se le juzgó. Cuando fue notificado de que el dictamen del auditor de guerra, doctor Juaquín Ibañez, había sido enviado al capitán general José de Bustamante y Guerra, el licenciado López planteó la cuestion de competencia de dicho funcionario para conocer en la causa de los conspiradores de Belén, por ello tuvo que sufrir los rigores de la cárcel impuestos por el gobernante.

Fue aquella la amarga época de persecuciones para los criollos. Don Mateo Antonio Marure, reo de infidencia, y abatido por una enfermedad en la cárcel, fue acusado por Bustamante y Guerra de dirigir los hilos desde su cautiverio, de la conspiración de Belén, afirmando que los cabecillas de los conjurados contaban con él "para la ejecución de sus infames acuerdos, acaso por sus conceptos de altivo y arrojado". Y se le envió al destierro, muriendo en las cárceles de La Habana a mediados de 1814.

Doña María Dolores Bedoya y sus hermanos pidieron por escrito la libertad bajo fianza de su hermano Mariano, exponiendo que "su hermano ha padecido, y aun más rigurosa prisión que los más criminales". Fue denegada esa solicitud por el gobernante Bustamante y Guerra, quien proveyó: "Estése a lo mandado".

Fueron pocos los juramentados de Belén que lograron evadir la acción judicial ocultándose. Los que guardaron prisión recobraron su libertad hasta cinco años después de haber iniciado los juicios en su contra. Durante su cautiverio estuvieron sometidos a la voluntad de un tirano, el gobernante Bustamante y Guerra.

Complementa todos los datos conocidos sobre la conjuración de Belén, lo que se lee en el dictamen fiscal sobre el proceso que se siguió por diversos delitos a los conjurados, dictamen que fue emitido en Madrid el 21 de abril de 1817, tres años y cuatro meses después de haber sido denunciada la conspiración, y cuando aun guardaban prisión casi todos los acusados.

Dice:

DICTAMEN FISCAL

"El Fiscal Togado ha visto detenidamente la causa formada en la Capitanía General de Guatemala, con motivo de haberse descubierto se celebrarán juntas en el Convento de Betlemitas donde se trataba de establecer la independencia de aquella ciudad y dice: Que por el resultado de dicha causa ofrece, no se puede dudar que se hallan convencidos de este horrendo crimen los sujetos contra quienes se procede; tampoco que para arreglar los medios de llevar a efecto sus ideas, se formaron varias juntas, y últimamente es bien cierto, que siendo el objeto primario de los conjurados el establecer la independencia, y separar a aquella Provincia de la debida obediencia a nuestro legítimo Soberano, es preciso convenir, que los autores de tamaño atentado no se detendrían en manera alguna en los medios que considerasen a propósito para la ejecución de su plan.

Mas a pesar de la certeza del delito, y del convencimiento de los delincuentes, el que suscribe cree seguramente no debe detenerse a tratar en el día si es o no conforme a las leyes la pena que el Fiscal que ha seguido la causa, pide contra los acusados.

En efecto, tenemos que entre los sediciosos y autores de la conspiración se hallan comprendidos cuatro Religiosos, un Eclesiástico, algunos militares y varios paisanos, de los cuales el uno Procurador Personero de la misma ciudad de Guatemala. Por otra parte, se ve que a pesar de haberse seguido esta causa militarmente; no ha llegado el caso de que se sustancie en el Consejo de Guerra de Oficiales Generales (al que correspondería con arreglo a la ordenanza por la graduación de algunos reos) a causa de las dificultades que se presentan para la reunión de vocales de las circunstancias que previene la misma ordenanza.

A lo expuesto se agrega la reclamación que la jurisdicción ordinaria ha hecho del acusado don Venancio López, Abogado de aquella audiencia, Síndico personero de ella, sobre el conocimiento de este individuo; cuyo particular motiva que se formase entonces competencia por dicha jurisdicción ordinaria, con arreglo de los decretos de las llamadas Cortes, de la que a la presente se ignora su ulterior progreso.

Sentados estos acontecimientos y teniendo el Fiscal a la vista la Real orden de 17 de junio de 1814 por la que se prevenía al Capitán General de Guatemala, que activase cuanto fuese posible a derecho dando cuenta de su resultado final en justicia: y la otra de 17 de marzo de 1816, con la que se remitió aquella a este Supremo Consejo por el Ministerio de Guerra, para que consultase acerca de ella; lo que se le ofreciese y pareciese; se está en el caso de examinar, lo primero, si tratándose de una conjuración para trastornar al Gobierno y proclamar la independencia, la jurisdicción militar deba conocer indistintamente de todos los reos de cualquier jurisdicción a que estos correspondan; y segundo, respecto a que la precitada causa no se ha sentenciado por los motivos que expuso el Capitán General qué tempranamente podrá tomarse en tales circunstancias.

En el orden al primero de los extremos propuestos para sostener el Fiscal de la causa que debe juzgarse militarmente a todos los acusados sin excepción de fuero alguno, se funda en el artículo 4to. , tratado 8vo. título 3ro. de las ordenanzas del ejército, en que entre los delitos que expresa deben ser juzgados, por la autoridad militar, aunque los reos correspondan a otras jurisdicciones contra el comandante militar, oficiales o tropas en cualquiera modo que se interese y ejecute.

Es bien cierto que uno de los varios particulares que parecen tuvieron presentes los sediciosos en las reuniones que hubo para verificar el proyecto de independencia en Guatemala fue el que precisó apoderarse de las personas del Capitán General y que también trataron de seducir a varios militares y hacerlos participantes de sus designios, como así lo verificaron y aparece del proceso; pero también lo es, que esta medida era uno de los medios que conceptuaron necesarios para llevar a efecto el objeto primero de la revolución, que era el establecer la independencia; y por lo tanto es bien fácil comprender que el apoderamiento del Jefe principal que se propusieron, no es aquella conjuración de que habla el capítulo  de ordenanza citado, pues este solo tiene lugar cuando dicha conjuración es contra un Comandante militar; pero sin tener tendencias en el apoderamiento de la persona, a sublevarse un pueblo para sustraer de la dominación a su Rey y Señor natural y proclamar la independencia que es uno de los modos de cometerse el delito de traición de que habla la ley de partida.

Tampoco puede dudarse que los autores de la conjuración procuraron traer a su partido a algunos militares como desgraciadamente lo consiguieron con el objeto según han declarado algunos de los mismos reos de apoderarse de los cuarteles, de las armas del Capitán General, del Sub-Inspector general y de los oficiales que no eran participantes de aquel horrendo crimen; de donde deduce el Fiscal de la causa que este era un ataque directo contra la fuerza armada, y que desde luego se dirigía a cooperar contra la seguridad de aquella plaza, y de aquí según el mismo Fiscal, otra de las razones porque corresponde a la jurisdicción militar con inhibición de toda otra, el conocimiento de estos delitos.

Nunca negará el que suscribe que todos estos planes atacaban en verdad, tanto la seguridad de los leales Jefes militares como la de la plaza en que se encontraban (ya se repute como tal la ciudad de Guatemala); pero también es preciso repetir que ninguno de estos particulares era objeto primario de la conjuración, la que principalmente terminaba en establecer la independencia, y así aquellos procedimientos se propusieron como medio para llegar a conseguir el fin, es decir, eran los delitos secundarios, respecto que el conato de los conjurados no era otro que el de apoderarse de estos Jefes y demás que pudieran oponerse a sus designios para realizar aquellos. Bajo este concepto que es el que merece el proyecto de revolución de que estamos hablando, el que suscribe advierte que la Real Pragmática de 17 de abril de 1774 (muy posterior a la ordenanza) que es la ley 5ta., título 1, libro 12 de la Novísima Recopilación, cuando prescribe el modo de proceder contra los que crucen bullicios, conmociones populares, establece en el párrafo 2do. que el conocimiento de estas causas toca privativamente a los que ejercen jurisdicción ordenada sin excepción alguna por privilegiada que sea, y prohibiendo que se puede formar competencia. Y en el párrafo 6to. añade que en el caso de resultar indicios contra algunos militares, acuerde la justicia con el Jefe militar del distrito, para que con su auxilio se proceda a la averiguación, y se logre mejor y más fácilmente detener con el propio castigo los progresos de la expedición concluyendo dicha Pragmática con la prohibición de que se formen competencias, ni turbe a esta clase de negocios.

Se ha hecho un mérito muy particular de esta causa, así por la jurisdicción militar, como por la ordinaria en la competencia que propuso a instancias de uno de los acusados el Lic. don Venancio López, del decreto de la Regencia que gobernaba el Reino, durante la ausencia de S. M. en fecha 7 de octubre de 1811 por la que sin embargo de que se había confiado a la jurisdicción ordinaria el conocimiento de las causas de infidencia, se reservó no obstante a la militar y  el delito se trató de infidencia que por espías o de otra forma atacaba y defendía directamente los medios de defensa e inutilizaba los esfuerzos de las armas en los ejércitos y plazas sitiadas el que hacía privativo a la jurisdicción militar en el modo y forma prescrito en la ordenanza del ejército. Pero por las razones que quedan expuestas se comprende lo inaplicable que es este decreto al delito del que se trata, que no tenía por objeto infidencia alguna, si no una conspiración para privar a S. M. y sustraer de su Real dominación, la ciudad de Guatemala; delito que merece el nombre de una verdadera y clasificada traición, y expresamente se halla comprendido en la ley primera, título dos, partida séptima.

En conclusión, lo que acaba de convencer de que el conocimiento de esta causa no corresponde a la autoridad militar, y sí a la civil, es el Real decreto de S. M. de 15 de junio de 1814, por el que restableciendo al Supremo Consejo de la Guerra, y hablando de los casos en que cesa el fuero militar, comprende entre estos las causas y negocios de policía, de providencias de buen gobierno y ordenanzas de los pueblos, y la sedición popular.

Y no pudiendo dudarse que las reuniones celebradas por los conjurados para establecer la independencia en Guatemala, terminaban a una verdadera sedición popular, cuyo objeto primario al propio tiempo que era el establecimiento de la independencia, y negar a S. M. la fidelidad y obediencia jurada, también se extendía a poner en ejecución todo los medios de realizar este plan; despojando de su autoridad al Capitán General y a otros; apoderarse de las armas, de los fondos públicos y particulares; expeler a los Europeos, y en una palabra, trastornar el orden y atacar la tranquilidad y seguridad pública; de aquí se deduce que los acusados deben ser juzgados por aquellas autoridades que las leyes designan.

El que suscribe se ha detenido en la explicación de este primer extremo para obviar todos cuantos obstáculos se podrán acaso oponer a la ejecución de la sentencia, pues siendo cierto que entre los autores del plan de independencia se encuentran varios religiosos del orden sacerdotal y algún otro eclesiástico, tenemos que ademas de la reclamación hecha por la jurisdicción ordinaria, sobre el Lic don Venacio López (el que no resulta ser uno de los facciosos) el Ministerio Provincial de la Merced calza en Guatemala, ha reclamado también los dos registros de su orden, resistiendo el que sean juzgados por la jurisdicción militar, y conviniéndose en que se verifique que por la ordinaria con arreglo a la dicha Rl,  Pragmática del año 1774 que deroga todo fuero en esta clase de causas. Y últimamente si se atiende a la Rl. orden que se comunicó a aquel Capitán general con fecha 17 de junio de 1814, son muy dignas de atención aquellas expresiones de que procurase activar esta causa con arreglo a derecho.

A la vista, pues, de estos principios fundamentales a que se contrae el que suscribe, para demostrar no deben ser juzgados militarmente los reos de la conjuración de que se trata, parece por demás hablar los motivos que han imposibilitado la celebración del consejo de Oficiales generales; que aun cuando no existen aquéllos no debería ser este un obstáculo para la reunión de dicho Consejo, el que faltasen oficiales, ya por encontrarse ausentes unos, enfermos otros, y otros comisionados, porque prescindiendo de que para la presente podrán haber cesado estos obstáculos, aun aunque así no fuese y que absolutamente no pudiera reunirse el número de oficiales que prescribe la ordenanza, para que por solo esta vez podría autorizarse al Capitán General de Guatemala, para que nombrara a otros de mayor graduación que existan en aquel Reino y proceder a sentenciar esta causa, pues de lo contrario se encuentran muchos inconvenientes en que se determine definitivamente a tanta distancia.

Así que estima el Fiscal que el conocimiento de esta causa corresponde a la Audiencia territorial de Guatemala con arreglo a las leyes; encargándose el Capitán General como su presidente la pronta determinación, conforme a derecho, atendida la gravedad de los delitos, la mala conducta de alguno de los procesados, y lo comprometida que ha estado la tranquilidad y seguridad pública.

Por lo que respecta a otra causa formada, a los soldados de milicias disciplinadas de Chiquimula, Rafael Méndez y Leandro Sandoval, acusados de haber dejado fugar de la prisión donde se hallaba el Sub-Prior de los Betlemitas, Fray Juan de la Concepción, uno de los principales autores de la conjuración, estima asimismo el que suscribe, que en atención a no haberse justificado complicidad alguna en dicha fuga, por parte de estos milicianos la que sólo fue un efecto de ignorancia o demasiada buena fe en el Leandro Sandoval que era el que entonces estaba encargado de la custodia de Fray Juan, por haberse separado el Rafael Méndez, y que posteriormente a sido aprendido el Fray Juan; se podrá confirmar la sentencia, del consejo de guerra ordinario por la que se condenó al expresado Leandro Sandoval, al servicio de su cuerpo por espacio de seis meses. El Consejo, sin embargo, resolverá sobre todo lo más justo. Madrid, 21 de abril de 1817. Está rubricado, etc.". 

Documento del Archivo General de Centro América.

Arturo Valdes Oliva
Breves apuntes sobre la Independencia
Editorial "José de Pineda Ibarra"
1969

jueves, 12 de septiembre de 2013

Doctor Pedro Molina (Prócer de la Independencia)

Doctor Pedro Molina Mazariegos


DOCTOR PEDRO MOLINA MAZARIEGOS
(Prócer de la Independencia)

Nació en la ciudad de Guatemala el 29 de abril de 1777. Todos sus estudios, hasta recibirse de Médico Cirujano, los hizo en la capital del Reino. Luego que fue investido como profesional se marchó a Granada, Nicaragua, donde sirvió durante varios años como cirujano del Batallón de Línea.

Ya en Guatemala, fue de los varones que más se distinguieron en sus actividades en pro de la Independencia. Fue el fundador de la prensa independiente en Guatemala al editar el periódico llamado El Editor Constitucional, cuyo primer número salió de las prensas de don Ignacio Beteta, el 24 de julio de 1820. Este periódico fue cátedra de civismo y defensor de los derechos del pueblo.

Con su actividad patriótica contribuyó a que el 15 de septiembre de 1821 se proclamara la Independencia. Posteriormente, en unión de los próceres Córdova y Barrundia, fue de los que en Guatemala sostuvieron la independencia absoluta; al confirmarse esta en 1823, fue diputado a la Asamblea Constituyente; por sus grandes méritos fue electo jefe del Estado de Guatemala en 1823 y 1831. También sirvió varios cargos diplomáticos.

A la edad de 77 años falleció en la capital el 21 de septiembre de 1854.

ACTIVIDADES DEL DOCTOR PEDRO MOLINA EN PRO
DE LA LIBERTAD DE GUATEMALA

Uno de los próceres de la independencia que más lucharon por la libertad del suelo en que naciera, fue el doctor don Pedro Molina. Con razón se ha escrito de él que fue "el más infatigable de los luchadores por la emancipación de España y la grandeza de Guatemala". Y en efecto, así fue el ilustre varón cuyo pensamiento estuvo siempre presto a servir a la patria, sin detenerse en considerar los sacrificios que podrían derivarse de su actuación, por velar constantemente en favor de los intereses del pueblo, y también por sus afanes de proselitismo en las ideas de emancipación. El doctor Molina nació en la ciudad de Guatemala, el 29 de abril de 1777.

En estas lineas trataremos de describir algunas de las principales actuaciones del prócer, en las épocas en que más se luchaba en el medio guatemalteco, primero, por alcanzar la independencia, y después, por la libertad absoluta; que las provincias del antiguo Reino de Guatemala no dependiesen de ninguna nación, que su soberanía fuera plena, y que la libertad proclamada en el acta del 15 de septiembre de 1821, mantuviera enteramente su vigencia.

En los años 1820-21 se publicaron en Guatemala el periódico llamado El Editor Constitucional, bajo la dirección del doctor Molina. Dicho periódico, editado en la imprenta de don Ignacio Beteta, era considerado como el vocero de la Tertulia Patriótica, entidad cívica que presidia el  doctor canónigo José María de Castilla. Con la publicación de este periódico se inició en Guatemala la era de la prensa independiente. En sus artículos instructivos señalaba a sus lectores la ruta a seguir en los momentos en que se propagaban las ideas independientes y los ciudadanos reclamaban su derecho a ser libres. El Editor Constitucional empezó a publicarse el 24 de julio de 1820, poco después de haber sido restituida en todo el Reino la libertad de imprenta que concedía la Constitución dada en años anteriores por las Cortes, conforme el decreto del rey Fernando VII, de fecha 11 de marzo de 1820, en el que manda que para tal fin se establezcan "inmediatamente en todas las provincias de la Península y de Ultramar las juntas de censura que existían en el año 1814, con los individuos que entonces las componían, hasta que las Cortes, a quienes exclusivamente pertenece, las confirmen, o procedan a nuevos nombramientos...". Fernando VII se había visto obligado a jurar la constitución dada por las Cortes, esa misma Constitución que él había anulado, y como consecuencia de ese proceder, había cesado la libertad de imprenta, esa libertad que por las reales circunstancias volvía a restablecer el monarca en 1820.

Pero era natural que el restablecimiento de la libertad de imprenta no fuese del agrado para los empleados del rey y de los españoles que ya en esa época se mostraban temerosos de perder los beneficios de su condición social, aquella cadena de beneficios creados por la institución del favoritismo. De  manera que en determinados círculos cada número de El Editor Constitucional era analizado minuciosamente, con el vivo deseo de encontrar algún concepto que pudiera calificarse ofensivo al rey o a las instituciones del Reino, y despachar al periodista a la Junta de Censura. Y esa anhelada oportunidad se presentó cuando en el número 2 del segundo tomo de El Editor Constitucional, de fecha 4 de junio de 1821, se reprodujo un artículo titulado "Viaje a la Luna, o Sueños políticos y morales". "Insurrección del pueblo de Airebi", en el que anagrama se le llama tirano al rey Fernando VII. Y se inició la demanda contra el doctor Pedro Molina. El abogado fiscal de la libertad de imprenta, licenciado Antonio Robles, a los tres días de haberse publicado lo del Viaje a la Luna, se presentó por escrito ante el alcalde 2do. del Ayuntamiento, pidiendo que el periódico fuera rigurosamente censurado, ya que el circulado artículo "...es ofensivo e injurioso al Soberano...". Señala el abogado fiscal en su pedimento, que al examinar minuciosamente el artículo, vio que "en el párrafo segundo usa de los nombres Airebi, Odnanref, le Otargni:  el primero y demás son extrabagantes y del todo desconocidos, mas como se ha usado escribir comenzando con el fin de la dicción o anteponiendo o posponiendo alguna silaba, se descubrió que leído por el revés el primer nombre es Iberia, lo mismo que España, y el segundo y tercero, Fernando el ingrato...".

Fernando VII
El 13 de junio, la Junta de Censura trajo a la vista lo del Viaje a la Luna, "discutiendo detenidamente la materia" y al final "se declaró por unanimidad de sufragios, que nada contiene de injurioso ni ofensivo al Soberano pues según el artículo 3ro. Cap. I Tit.1ro. de la Constitución política de la Monarquía, la soberanía reside en esencialmente en la nación misma, cuando en la denuncia se dice que el papel injuria y ofende al Soberano; y que lejos de hacer en él una sola expresión que ofenda al Soberano, antes bien se percibe claramente que el papel de que se trata desenvuelve y procura defender los derechos de la nación". Tal fue la calificación de la Junta de Censura. Pero los españolistas no podían mostrarse conformes con aquella calificación de los criollos que así opinaban. Y así, en la sesión celebrada en el Ayuntamiento el 14 de julio de aquel año, el síndico don Pedro de Arroyave pidió que se recogiera ese número de El Editor Constitucional "por contener especies subversivas instantes a la separación de estas Provincias respecto de la España Europea y de todos modos peligrosas...". Ya el 19 de junio el fiscal de la imprenta había ratificado ante el alcalde 2do. su denuncia. El Editor Constitucional de fecha 4 de junio, "opinó y declaró que el papel denunciado no es injurioso ni ofensivo a la persona del rey". Convino la Junta, sin embargo, "en que el fiscal no es parte legítima para denunciar los impresos por rezones de injurias...". Hubo un solo voto en contrario, el del señor López. El presidente de la entidad dijo finalmente y votó "por la calificación de no ser el papel injurioso ni ofensivo al rey, fundándose sólo la primera de las dos razones con que él apoya la censura extendida por menor en el lugar correspondiente".

Y hasta aquí llegó El Editor Constitucional en sus labores. La última edición que vio la luz pública fue la número 13, del segundo año, de fecha 20 de agosto de 1821. Cierra esta edición una nota que aparece en la última página, y que en su texto expresa: "A partir de la fecha de este número el nombre de El Editor Constitucional fue cambiado por el de El Genio de la Libertad como consecuencia del jurado de imprenta a que fue sometido el doctor Pedro Molina (N. de la E.)". Dejaba de publicarse el periódico fundador de la prensa independiente en Guatemala, para dar paso a otra publicación en la que podrían leerse los escritos del doctor Molina. Y como continuación de El Editor Constitucional empezó a publicarse El Genio de la Libertad, el lunes 27 de agosto de 1821.

Cuando en la tarde del viernes 14 de septiembre de 1821 se supo que el jefe político superior, don Gabino Gaínza, había convocado para una junta que debería celebrarse en el palacio el día siguiente, para tratar de "Asuntos del mayor interés que pueden ocurrir a la felicidad y tranquilidad pública..."; tres patriotas llegaron al acuerdo de recorrer los barrios de la capital, para excitar al vecindario a que concurriese a los alrededores del palacio y diera vivas a la Independencia, para estimular a los patriotas que en la Junta de ese día tratarían de que Guatemala se hiciera libre.

"Bajo una lluvia tanto insistente como torrencial que desde hacía varias horas azotaba la ciudad, tres patriotas (don Pedro Molina, don José Francisco Barrundia y don Mariano de Aycinena) se distribuyeron por todos los barrios que entonces componían la ciudad... A Barrundia le tocó ir al barrio de San José, al de Candelaria,  que también era conocido como el de "Los Chicharrones" (por ser ahí donde se destazaban los cerdos y se manufacturaban chorizos, chicharrones, morcilla, etcétera); luego siguió a la plaza de la Cruz del Milagro, o barrio la Parroquia Vieja, como se llamó después.

Molina recorrió todas las casas del barrio del Calvario, barrio que era también denominado "de los Cholojeros" luego paso al barrio de Santa Isabel, conocido como el de "la Sabana", y por último al barrio de Santo Domingo.

Aycinena, por su parte, visitó el barrio de Santa Teresa, el de San Sebastián, que lo llamaban entonces "de los Batanecos" por los muchos telajes que ahí estaban establecidos; y, finalmente, visito el prócer Aycinena el barrio de la Recolección. A eso de la s 3 y media de la madrugada del 15 de septiembre, terminaron su recorrido convocatorio los ilustres próceres; aun seguía lloviendo ininterrumpidamente".(1)

Fue esa otra de las patrióticas actividades de doctor Molina y de los otros dos próceres mencionados: tocar la puerta en puerta, bajo la lluvia u acaso ante el disgusto de los vecinos, para pedirles su asistencia a la plaza de la Constitución y a los corredores del palacio el día en que la patria debería hacerse libre por la voluntad del pueblo.

Todas las adversidades, todos los esfuerzos y sacrificios, todas las fatigas que le impusieran de sus anhelos de libertad, las vio el doctor Pedro Molina ampliamente recompensadas el 15 de septiembre de 1821, cuando en el palacio se proclamó la Independencia. Confundido en sus sentimientos por la gloria de tan grato suceso, viendo satisfechos sus más caros anhelos y los de sus compañeros de lucha, como las alas se marchó presuroso a la imprenta, pensando en la necesidad de un alcance de El Genio de la Libertad, que comunicara al pueblo la más grande noticia dada por un periódico; el nacimiento de una nueva patria. Su pluma escribió lo que en su prisa le dictara su pensamiento: "¡Viva la libertad! ¡Viva la Independencia! ¡Viva el noble pueblo de Guatemala! ¡Es posible, amada patria mía, que mis ojos os hayan visto independiente! ¡Oh gloria incomparable a otra cualquiera gloria!".

Poco después se inició en la capital el período sombrío en que se propiciaba la anexión al imperio mexicano. La Junta Provisional Consultiva presidida por el jefe político superior, don Gabino Gaínza, era el centro en que se urdían los acuerdos tendientes a encontrarle la solución a los que el curso de los días iba dejando de ser un problema para culminar con las aspiraciones del regente del Imperio. don Agustín de Iturbide, que en forma amenazante pedía la anexión de las provincias del antiguo Reino de Guatemala a México. Y ante la nueva y vergonzosa situación, fue puesto a prueba el patriotismo de los verdaderos próceres. El doctor Pedro Molina fue un vigilante de lo que se hacia en la Junta, como lo fueron también los próceres José Francisco de Córdova y José Francisco Barrundia. Y por razón de lo que disponía la ley, tuvo que ser oído cada vez que hacía peticiones. Por ejemplo, insistió el doctor Molina ante la Junta el 25 de septiembre de aquel año -1821- sobre la reforma del Acta de la Independencia en su artículo 3ro., el cual dispone "que para facilitar el nombramiento de los representantes que deben formar el Congreso, se sirvan hacerlo las mismas Juntas Electorales de Provincia, que hicieron o debieron hacer las elecciones de los Diputados a Cortes". Fue considerada la petición del doctor Molina, acordándose reformar el artículo, "quedando pendiente los términos en que debía hacerse".

Y cuando se dispuso suspender la sesiones públicas "por el embarazo que en ellas experimentaba la Junta y desórdenes que se advertían", de nuevo salió el doctor Molina en defensa de los intereses del pueblo. En unión de Barrundia suscribió una exposición el 4 de octubre, en la que abogaban por que las sesiones fueran públicas tres veces por semana.

"El derecho del pueblo -dice la exposición- a presenciar aquellas clase de trabajos es ya un axioma político y es al mismo tiempo una necesidad y una conveniencia para el pueblo mismo y para la autoridad constituida".(2)

Los ánimos de los patriotas se exaltaban más y más al conocerse los pasos que se daban en la Junta Provicional Consultiva en favor de la anexión al imperio mexicano. En la noche del 29 de noviembre de aquel año, se registró en la capital un hecho lamentable que llenó de pesar a la familia política del doctor Molina. El alcalde 1ro. don Antonio de Larrave, había sido autorizado "...para salir a rondar, cosa que nunca o pocas veces hacía, con más de sesenta paisanos de su facción (imperialista) y un piquete del Fijo a sus ordenes. La noche estaba hermosa y número de diez y seis patriotas desarmados salió de la Tertulia Patriótica a victorear por las calles de Guatemala libre. El alcalde los encontró en su ronda y sin más delito les mandó hacer fuego y quedaron muertos de resulta los ciudadanos D. Mariano Bedoya y Remigio Meida". Bedoya era hermano político del doctor Molina.

Las pasiones políticas se agudizaban más no sólo en la capital sino en otras ciudades y poblaciones de Guatemala. Al extremarse las cosas, un grupo de serviles pidió el 2 de diciembre el destierro o la prisión para los próceres que sostenían sus opiniones favorables a la independencia absoluta; eran ellos Molina, Córdova y Barrundia. A estos varones se les llamaba "revolucionarios", termino que se consideraba como zahiriente  al ser aplicado a aquellas personas que en una u otra forma se negaban a secundar o aceptar las actividades antipatrióticas de los encargados del mando o sus secuaces, Las amenazas contra molina llegaron a tal grado, que él hubo de verse compelido por las circunstancias, de solicitar al jefe político superior y presidente de la Junta Provisional Consultiva don Gabino Gaínza, pasaporte para dirigirse con su familia a un pueblo de la Verapaz. (Viaje que no ha sido posible comprobar que lo hubiese efectuado). Después, lo solicitó a Filísola.

Para suerte del doctor Molina y de los demás patriotas que habían sostenido sus opinión favorable a la independencia absoluta, terminaron las pesadillas que los atormentaba al derrumbarse en México el Imperio. El cambió político fue radical en todas las provincias centroamericanas; llegó la paz anhelada.

Al darse el decreto del 1ro. de julio de 1823 por la Asamblea Constituyente, de independencia absoluta, los ilustres próceres, perseguidos y amenazados antes, brillaron en toda su grandeza. Molina, Manuel José Arce y Juan Vicente Villacorta fueron electos en la Asamblea para integrar el primer poder Ejecutivo Colegiado de Centro América. Después, y debido a sus méritos, Molina fue jefe de Estado de Guatemala en 1823 y 1831. La historia a escrito con letras de oro su nombre como verdadero prócer de la Independencia, como varón digno de la evocación permanente de los centroamericanos.

Se justificó plenamente que todos los sectores sociales de Guatemala se conmovieran profundamente el 21 de septiembre de 1854, día en que falleció el doctor Pedro Molina, cuando alcanzaba la edad de 77 años.

Arturo Vadés Oliva
Breves apuntes sobre la Independencia
Editorial "José de Pineda Ibarra"
Ministerio de Educación Pública
1969

1. Revista Alegría, números 47 y 48. Anécdotas de la Independencia. 1959, Página 61.
2. Boletín del Archivo General del Gobierno. Tomo IV. Página 547.